Uriel Flores Aguayo
Hay experiencias mundiales en donde se ha cedido el poder de manera voluntaria, cuando no hay manera de sostenerlo sin violencia y con nulas posibilidades de progreso. Estos antecedentes son válidos para algunos casos actuales que, más adelante, comentaré. Tenemos a la ETA ( Euskadi Ta Askatasuna ), organización que mediante el terror pretendía establecer un Estado Vasco en España y parte de Francia. El repudio social y los cambios internacionales la llevaron a dejar las armas en el 2011 y a disolverse en el 2018. Quedó perfectamente claro que su apuesta violenta era absolutamente equivocada e inútil. Algo similar ocurrió con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán, organización guerrillera que lucha por tener un Estado con su propio territorio para el pueblo Kurdo repartido en Irak,Siria,Iran, Armenia y Turquía. Diezmados y con su líder preso desde 1999 con cadena perpetua ( Abdullah Ocalán ) han decidido dar fin a la lucha armada.Las FARC en Colombia, guerrilla comunista , depusieron las armas y entraron a la política electoral.Mijail Gorbachov, Presidente de la URSS, cedió el poder cuando prácticamente su país se estaba derrumbando. Ahora le toca a HAMAS, organización política y paramilitar que lucha por un Estado Palestino, entregar las armas y dejar el poder en Gaza. Su vía terrorista únicamente han traído violencia y hambre para el pueblo palestino; fracasaron.
Las lecciones son hasta cierto punto obvias: las experiencias históricas demuestran que esos grupos y líderes escogieron rutas equivocadas y contraproducentes. Por las buenas o las malas han tenido que ceder y abandonar las armas y las vías violentas. Normalmente lo hicieron voluntariamente y optaron por reconfigurarse en partidos políticos para incursionar electoralmente. En tanto que sus movimientos les daban identidad y razón de vida, hasta casos integristas, con toda seguridad debe haber sido ultra difícil y complejo abandonar sus métodos y rutas. El entorno, las presiones, sus bajas y un alto sentido de responsabilidad los llevaron a terrenos de diálogos y acuerdos. Esas son las claves para pensar en que puede haber una solución pacífica en Cuba, Nicaragua y Venezuela, donde más o menos se han perpetuado gobiernos que oprimen a sus pueblos y los condenan a la pobreza. Sería lo ideal que cedieran el poder acordando algunas rutas de salida convenientes para todos. Que todo sea pacífico. Que se permita la libertad de sus pueblos y que dejen de vivir en la miseria por modelos caducos cuya nula viabilidad ha quedado claro desde el derrumbe de la URSS y el muro de Berlín en 1989. Mientras más se aferren al poder los grupos familiares y militares que lo detentan, más hambre, violencia y sufrimientos padecerán sus pueblos. No es sencillo, porque han gozado de un ejercicio absoluto y despótico del poder, que se desprendan de él. Habría que darles algunas garantías. Pero deben irse, únicamente estorban.
Recadito: urge atender los parques de Xalapa. |
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