Ver lo que pasa en ciertos países sin revisar sus antecedentes históricos y el contexto en que viven sus sociedades y gobiernos, es quedarse en momentos, es algo parcial y tal vez ininteligible. Esa es la situación de la actual Rusia, cuyo pasado soviético se encadenó con partes del mundo y algunos casos en América. La revolución Bolchevique es de principios del siglo 20, se constituyó en gobierno de partido y pensamiento único, el partido comunista y el marxismo-leninismo. Se sustentó en la falta absoluta de libertades democráticas y el terror a los disidentes. Su participación en la segunda guerra mundial le trajo dominio amplio de corte internacional; constituyó un bloque soviético con varios países a los que trasladó su modelo comunista, incluyendo a varios de Europa. Esa situación perduró al menos hasta 1989 cuando se derrumbó el muro de Berlín y cayeron los gobiernos comunistas aliados o subordinados. El modelo soviético fracasó en todos los órdenes, pero especialmente en la economía. Era comunista en el papel y estatista en la realidad. No funcionó y trajo hambre y una brutal corrupción. Se extinguió la URSS para dar lugar a Rusia, y así en sus satélites. La paradoja es Cuba, con su revolución de 1959, se puso de lado de la URSS y adoptó el socialismo. Su decisión nada tenía que ver con la revolución bolchevique. Trajo un modelo que era ajeno a América y tenía mucho de ficticio. Además, sin reparar en que las revoluciones ocurren excepcionalmente, se dedicó a exportarla y acuñó el concepto del foquismo revolucionario vía el “Che Guevara”, a quien enviaron a morir a Bolivia. El modelo cubano fracasó, no había de otra, como heredero del sistema soviético. La paradoja es que la URSS se desintegró hace unos 35 años mientras que, en Cuba, siguen martirizando a su pueblo con hambre y represión. El sistema cubano es un difunto que pudre lo que toca. Es inviable. Únicamente vive para alimentar a una élite parasitaria y vetusta. La Venezuela de Chavez,antes, y de Maduro, ahora, es una caricatura cubana. Su llamada revolución Bolivariana es el tercer nivel de la historia que viene de la URSS. Llegaron tarde y adoptaron algo que ya había fracasado. Su estatismo no tenía futuro. Lo estamos viendo: miseria, represión y falta de libertades. Algo similar pasa en Nicaragua. Son gobiernos eternos, de caudillos, que niegan libertades y condenan a sus pueblos a la pobreza. Son prescindibles. Entre más duren, más hambre y violencia vivirán sus sociedades. Es grotesco que ciertos personajes adictos al poder sacrifiquen a los más para edificarse un pedestal mesiánico. Son crueles. Esos líderes se asemejan a sicópatas. Algunos son carismáticos, todos cultivan su personalidad y fomentan la idolatría. Es triste que la niñez y juventud de esos países no tenga futuro y que su presente sea precario en todo. En esos países todo es fachada. Tarde o temprano ocurrirá en ellos lo que pasó en el bloque soviético, donde los gobiernos y sus partidos se hicieron polvo apenas hubo leves o mayores levantamientos populares.
Lo trágico de esta historia es que el original sistema soviético, surgido en un contexto histórico determinado, fue adoptado por Cuba, Venezuela y Nicaragua, cuando ya eran evidente sus deficiencias. Incluso fueron utilizados por la URSS en la guerra fría. Así es la historia. Vale la pena conocerla para salir del abismo en que se encuentran esos pueblos en manos de despiadados dictadores. Es necesario dar pasos en el desarmado de mitos y exhibir a lo que es vil propaganda, cuya autoría corresponde a pesadas maquinarias. Hay que desear libertades y progreso para esos pueblos. |
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