En realidad, se percibe difícil entender cómo cambia la perspectiva de quien ejerce una función pública respecto de un ciudadano componente de la sociedad civil. La misma persona que ahora reclama por la pésima infraestructura carretera o por deficientes servicios de salud, una vez encaramado en la suave alfombra del presupuesto público adquiere una visión diferente, al grado de atribuir lo que antes reclamaba al descontento de una oposición política “moralmente derrotada” o simplemente a “politiquerías”. Un caso especifico lo encontramos en Zongolica, donde una mujer perdió la vida por no ser atendida adecuadamente en el hospital de ese lugar, motivo por el cual la Comisión Nacional de Derechos Humanos observó las anomalías que se presentaron en la atención a la paciente. Sin embargo, para la diputada por ese Distrito, Dulce Hernández Topete, todo va bien, ganándose la respuesta del dirigente indígena Ramon Vázquez, quien asegura que en el nosocomio “ni paracetamol hay”. Y a su vez, el agente municipal de Cuahuixtláhuac, Benjamín Sánchez, con lógica impecable señala: “De nada sirve que lleguen medicamentos si no hay quien los recete”. En otro segmento social, el de los trabajadores del volante, el comentario central de estos últimos días versa acerca de las tarifas y el reemplacamiento, con reflexiones nada favorables hacia la autoridad. Obviamente, el tema de la inseguridad es central en la población mexicana, incluye a la veracruzana, justamente cuando un medio de comunicación publicó el crecimiento inmoderado de la extorsión durante el desgobierno de Cuitláhuac, con números que aún se mantienen en el actual gobierno.
Dice el discurso oficial: “Es muy fuerte el movimiento de transformación […] Y lo veo cuando salgo, la gente está contenta. ¿Hay problemas? Sí hay problemas en el país, por supuesto, pero la gente está contenta con la transformación en México, no quiere regresar al pasado de corrupción y privilegios, eso se muestra no solamente en la gente, en el cariño, en el recibimiento, sino también en las encuestas”. Se ignora en qué medida una encuesta pudiera reflejar la realidad mexicana, o si la corrupción sea cosa del pasado y no ominosa presencia, porque, según parece, la Iglesia católica en Veracruz tiene otra percepción: “¿Cómo fue que se perdió la paz y la seguridad en muchas regiones de nuestra patria? ¿Qué me corresponde hacer a mi como mexicano, para que haya seguridad, justicia y lo necesario para vivir con dignidad?” …¿Cómo fue que se perdió la paz y la seguridad en muchas regiones de nuestra patria? Pero, ¿Adán Augusto estará contento? Bueno, al menos “no está solo”. |
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