En realidad, empíricamente está comprobada la inexistencia de escuelas para gobernadores o presidentes de la república. Las hay, sí, para formar cuadros profesionales en la política, la economía, la comunicación social, la sociología, la diplomacia, etc., aunque los capacita para competir por una gubernatura o la presidencia, no necesariamente es factual porque intervienen otros factores, entre los cuales las circunstancias juegan un rol de suprema importancia. Por ese contexto, quien recientemente recibe el mando de un país o de una entidad federativa debe otear el universo de sus acciones y a la vez medirlas cautelosamente en tanto acaba de madurar su conciencia respecto a las dimensiones del poder recibido. Porque la voz y las acciones de un presidente deben ser mesuradas, quienes se sientan en la silla de las responsabilidades públicas de gran envergadura, quien navega en ese contexto toma su tiempo para iniciar las operaciones que el mandato popular le encargó. Es una curva de aprendizaje que todo mandatario debe o debiera cursar, el tiempo que le lleve dependerá de su capacidad de adaptación y experiencia en el manejo de la cosa pública. Un gesto, una expresión del mandatario tienen un peso específico, mayor que el del ciudadano promedio, porque no habla el individuo sino quien personifica el poder delegado por la voluntad ciudadana. La duración de esa curva de aprendizaje en el poder depende de la capacidad del pupilo, también de los golpes de la realidad.
A partir de la política agresivamente antinmigrante del presidente Donald Trump, la presidenta Sheinbaum emprendió una campaña de defensa de nuestros connacionales que trabajan en el país vecino, en la euforia retórica, para enfatizar su solidaridad con nuestros connacionales, la presidenta pronunció una expresión: “nos movilizaremos”. De entrada, la expresión causó extrañeza por quien la dijo. El asombro encontró pronta respuesta cuando con motivo de las manifestaciones de migrantes en Los Ángeles contra la política migratoria de Trump, la presidenta de México se vio obligada a aclarar que no se refería a esa clase de movilizaciones; por “coincidencia”, días después fuimos considerados como adversarios de los Estados Unidos, junto con Irán y Rusia. Por otro lado, acá en la aldea veracruzana se atribuyó a la gobernadora Rocío Nahle haber declarado que en Xalapa la tarifa para taxis debía ser de 14, la mínima y 24, la máxima. Tema tan sensible alborotó de inmediato al gremio del volante, cuya capacidad de movilización es fácilmente comprobable. De inmediato surgieron versiones acerca de bloqueos de calles y avenidas en Xalapa por parte de este gremio, verdad o mentira el rumor provocó alarma en la población porque la movilidad urbana es asunto de singular importancia y se vería seriamente afectada. Ya están en pláticas gremio y gobierno para atender el tema tarifario, sin duda habrá acuerdos y asunto concluido. Pero el affaire deja la lección sobre cómo impacta al interior del contexto social un dicho, una declaración o discurso devenido de quien gobierna, también enseña que la autoridad debe atender con conciliación, no unilateralmente, los asuntos públicos para no alborotar innecesariamente la gallera y de esa manera ahorrarse problemas adicionales a los muchos que ya tiene por resolver. |
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