En la historia de los mundiales, México nunca ha jugado el quinto partido fuera de casa. Lo más que hemos alcanzado es el cuarto juego y de allí nos mandan a casa, todos y cada uno de los que nos hemos topado de frente, sean búlgaros, alemanes o americanos. Jugar el quinto partido es ingresar al olimpo de los dioses, lugares reservados a los mejores. Con la mentalidad del Vasco Aguirre, entrenador, quizá ni alcancemos el cuarto juego, es decir, igual nos eliminan a las primeras de cambio y nos mandan a casa empaquetados y etiquetados por entrega inmediata. Aunque ahora parece que pasaran por grupos. El Mundial llega y el país se paralizará. O sea, que si ustedes son patrones, ni sufran ni se acongojen, los empleados llegarán un poquito tarde, cuando termine el juego del hombre (Ángel Fernández dixit). Los bares y restaurantes arderán en ventas.
UNA ANÉCDOTA
El afamado escritor Juan Villoro, asegura que Dios es redondo. Y Eduardo Galeano, escritor uruguayo: 'el gol, aunque sea un golecito, resulta siempre gooooooooooooooooooooooool en la garganta de los relatores de radio, un do de pecho capaz de dejar a Caruso mudo para siempre, y la multitud delira y el estadio se olvida de que es de cemento y se desprende de la tierra y se va al aire'. Existe una anécdota del Mundial de Chile de 1962: Mientras el entrenador brasilero Aymore Moreira daba las últimas instrucciones previas a la final del Mundo, Garrincha interrumpió la charla técnica para realizar una pregunta: "Maestro, ¿hoy es la final?, cuando le respondieron afirmativamente, el chueco delantero concluyó entre risas "Ah, con razón hay tanta gente".
A WASHINGTON FUERZA AEREA
Escribo esta de futbol, porque la presidenta Sheinbaum anunció que volará hoy mismo al sorteo de la FIFA a Washington y se va a encontrar al gran capo, Gianni Infantino, un pelón a todo dar, encontrará también al terrible y poderoso Donald Trump, que está se le cuecen las habas por entrar a Venezuela y correr a ese mugre dictador, y el primer ministro canadiense.
A 7 meses que en junio 7 empiece la fiesta, más equipos que nunca en su historia y tres países como sedes.
Sheinbaum anunció que volara, por asuntos de horarios, en los aviones oficiales, que así debía hacerlo siempre y dejar las jaladas de su ex patrón que, por populista y mamón, volaba en las comerciales aunque le chiflaran, tenía caparazón de tortuga. Se reunirá un poquito con Trump. Poco se hablará porque no es visita oficial y el rock star de ese evento es Trump.
Siente que es su Mundial y solo suyo. Dejémoslo que así lo sienta.
Habrá soles y mañanas mientras llega el Mundial.
Por lo pronto las cadenas televisivas comienzan a promocionar aquello que será una fiesta del deporte.
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