Fidias, reconocido como el más famoso de los escultores de la Antigua Grecia, trabajó con éxito la piedra, el oro y la madera, y seguramente tenía además, el atributo de la paciencia, esa que permite al artista plástico generar obras monumentales a partir de deformes piedras y rocas de dureza impresionante.
Viene a colación el nombre del artista ateniense, porque en mi concepto algún paralelo tiene la democracia con la escultura. Ambas florecen con el trabajo perseverante de los ciudadanos; se construyen a partir de obstáculos y florecen sólo gracias al trabajo fecundo de almas grandes y ciudadanos comprometidos. Un signo indiscutible de nuestro tiempo es cada vez mayor complejidad a la que van haciendo frente las sociedades, los sistemas políticos y económicos en todo el planeta. Hace pocos años nadie hubiera imaginado la existencia y menos la velocidad de la expansión de las redes sociales. Las redes sociales aportan de forma positiva al tejido social. Sin embargo, mal utilizadas pueden causar gran daño generando inestabilidad en los sistemas políticos.
La circulación de información falsa es algo para lo que no está preparada la legislación de los países. La subida de información que puede ser compartida millones de veces sin ningún tipo de filtro sobre su veracidad. Con un sitio muy simple, unas cuantas computadoras y operadores, se puede inundar de información la red para generar comentarios negativos, tendencias y una alteración de la opinión pública. Las redes sociales pueden cambiar el ánimo social haciendo vivir una realidad paralela, ficticia alejada de cualquier objetividad a la que hoy muchos denominan posverdad.
La idea de la posverdad no es nueva, ha sido estudiada por distintos pensadores y filósofos bajo la denominación de relativismo, corriente de pensamiento que sostiene que la verdad no existe, que todo depende de la realidad o conveniencia del momento.
La postura relativista se convierte así en la antesala de la corrupción generalizada.
Una sociedad en la que prima la posverdad no puede alcanzar la democracia, ya que los ciudadanos no tienen acceso a información objetiva para tomar decisiones asertivas. La posverdad es veneno puro para las sociedades democráticas, abiertas, en las que premian como centro los derechos humanos.
El presidente de Francia Emmanuel Macron declaró la guerra a las noticias falsas. Anunció una ley para controlar, limitar y castigar su propagación, en las campañas electorales por parte de entidades extranjeras.
En México estamos indefensos contra una campaña así en redes sociales. No hay marco legal que la contemple. El riesgo no está en la capacidad de la autoridad electoral para proteger sus sistemas, el riesgo está en la capacidad de este camino para inclinar engañada a la opinión pública hacia una idea o candidato. Cuando una noticia propagada llega a la palma de mi mano enviada por una persona de mi confianza el efecto es demoledor. La democracia por tantos años construída puede quedar gravemente dañada. En nuestro país, al igual que en cada uno de nuestros estados y municipios circulan cientos de noticias falsas todos los días. Es importante que las autoridades, los legisladores y la sociedad en general construyamos conciencia del riesgo en que nos encontramos y se tomen medidas concretas. Hoy en día ya es imposible no mirar al mundo a través de las redes sociales.
Tal es el alcance de esta vía de comunicación, que ha sido necesario crear protocolos para que tantos divulgadores como usuarios, aprovechen las ventajas de las tantísimas posibilidades que ofrece la tripe w. Esto nos ha obligado a todos: empresas, medios y ciudadanos a partir el rigor dela información, pero también debe llevarnos a hacer de ésta una herramienta suficiente para motivar a la participación más allá de un like, de un “compartir”. El internet debe servir para que todo lo que política y socialmente se vierte en él, incida y nos haga tomar decisiones cuando estamos en una casilla a punto de emitir nuestro voto. Según el último estudio sobre Hábitos de los Usuarios de Internet en México, el 97% de las búsquedas sobre las elecciones del año pasado se hicieron en redes sociales. Y de entre la hoy muy vasta cantidad de redes sociales, Facebook se mantuvo como la favorita. Los millennials representan la mitad de la lista nominal ya lo hemos escrito. Celebro que el INE se haya dado cuenta de esto. Anunció que junto a Facebook México promoverá la participación de los ciudadanos internautas en la elección de julio próximo. Facebook será un vehículo para la transmisión de los tres debates presidenciales que se realizarán durante la campaña. En tiempo real se podrán ver estos ejercicios y la reacción del público. De eso se trata también la comunicación política. Llegamos tarde, sí. Pero llegamos a este punto donde no sólo debemos quedarnos en la advertencia de lo que se difunde por redes sociales, en ocasiones es de dudoso origen. Las fake news son un tema que importa, sí, y mucho. Los medios y la sociedad civil exigen, presionan, demandan. Pero tristemente hay muchos claroscuros, muchas complicidades, omisiones, excesos. Hoy la gente confía cada vez menos en sus gobernantes, en sus legisladores, en sus empresarios y en sus servidores públicos, pero le cree
también cada vez menos a los medios. Y en esta desconfianza se genera la semilla de la de la descalificación recíproca: “Usted oculta y miente”, dirá el medio. “Esas son Fake News”, contestará con sorna el poderoso. Y el público, confundido y ofendido, le creerá más al que más fuerte grite, al que más simplismos repita, al que apele a sus instintos más bajos.
Estamos por salir de un sexenio en donde se reprochó la falta de aplausos. En estos años, también se nos ha dicho en repetidas ocasiones que las redes son irritantes, que son un mal reflejo de la realidad del país, porque van más para la crítica que para el halago. ¿Qué tiene la piel de los políticos que es tan delicada? En muchas partes del mundo hay ejemplos de lo delicado que son ante la crítica. Aquí nos dice que irrita. La crítica no es vista como lo que es: un ejercicio necesario para la corrección del camino. Sí, hay de críticas a críticas, pero justamente por ello la intención y su éxito no está en quien la hace, sino en quien la recibe y consume.
No creo en las versiones de AMLO porque el candidato de Morena lleva demasiados años demostrando que es un hombre irascible e intolerante. Su incapacidad para aceptar una crítica la conocen todos los que han trabajado con él. |
|