Desde siempre se han considerado como sospechosos los percances en que perdieron la vida personajes vinculados al medio político.
Gabriel Ramos Millán, el llamado apóstol del maíz, fue uno de los primeros en morir en un incidente aéreo, en el que también falleció la actriz Blanca Estela Pavón, famosa en aquellos años por ser la pareja cinematográfica de Pedro Infante.
Carlos Lazo Barreiro, a la sazón titular de la SCT, murió en otro avionazo, esta nave perteneciente a la secretaría que encabezaba.
Otro evento más que ocasionó el deceso de un político mexicano fue donde perdió la vida Carlos A. Madrazo, ex gobernador de Tabasco y ex dirigente nacional del PRI.
Hasta ahí eran los sucesos aéreos en que habían muerto políticos mexicanos, los dos primeros en activo y el tercero en receso de cargos públicos.
Sin embargo, con la llegada del siglo XXI los hechos de caída de aeronaves se multiplicaron.
Gustavo Vázquez Montes, gobernador de Colima murió a bordo de un avión que se cayó a tierra en 2005, por los rumbos de Michoacán.
Ramón Martín Huerta, secretario de Seguridad Pública, fue el siguiente funcionario en perder la vida en un percance aéreo en el mismo 2005.
Después ocurrió algo similar con los secretarios de Gobernación, Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake Mora en distintos años.
En cada uno de esos sucesos se especuló sobre accidente o atentado y hasta se filtraron nombres sobre los supuestos beneficiarios de esos actos.
Con lo ocurrido en la muerte de Martha Erika Alonso existe un símil, ya que Gustavo Vázquez, gobernador de Colima en su muerte, había pasado peores apuros que lo llevaron primero a que su triunfo fuese desconocido y después a ganar nuevamente en las urnas, en una elección extraordinaria.
Cada uno de los incidentes del pasado que fueron investigados no han generado confianza entre la ciudadanía, la que en este lanza especulaciones al por mayor
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