Durante largas décadas de la historia de México, se acostumbró que muchos hijos de políticos aspiraran a gobernar los mismos estados que sus padres o hasta abuelos.
Unos lo consiguieron, otros más fracasaron en el intento y los menos buscaron otra entidad ajena a la que gobernó su padre.
Los Cárdenas, del Mazo, Madrazo, Bartlett, Echevarría, Alemán, Rojo, Lugo, Martínez, Moreno Valle, son algunos de esos ejemplos que si consiguieron hacerlo, mientras que otros fracasaron en el intento.
Sin embargo, las cosas cambiaron con el arribo del siglo XXI y surgieron las esposas de los gobernantes con ambición política de sucederlos en los mismos cargos.
Marta Sahagún dio la voz de arranque, aunque no formalizó su intención de ser candidata presidencial, después de su esposo, Vicente Fox, mientras que Margarita Zavala logró la candidatura presidencial, contando con el respaldo de su esposo, Felipe Calderón, pero desistió de competir, por miedo a perder.
En los estados, varias de las llamadas Primeras Damas, hicieron su intento, pero fracasaron como candidatas: María del Carmen García, esposa de Alfonso Sánchez Anaya, gobernador de Tlaxcala, intentó suceder a su esposo de forma directa y fue vencida en las urnas, quedando ubicada en tercer lugar de la competencia.
Martha Elena García pretendió la candidatura para ocupar el cargo de su esposo Antonio Echavarría y hubo de esperar seis años para competir y perder, aunque su hijo si lo consiguió seis años después.
El triunfo en Puebla de Martha Erika Alonso la convierte en la primera esposa de un ex gobernador en ocupar el mismo puesto, aunque la hicieron sufrir con las impugnaciones realizadas.
De esta forma Martha Érika convierte en realidad el sueño de cientos de mujeres que no han sido comprendidas por los partidos políticos que se rehúsan a nominarlas candidatas y las relegan en entidades en las que pocas opciones tienen de ganar.
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