El Ferrocarril Nacional de Tehuantepec fue construido por la compañía Pearson e inaugurada en 1907 por Porfirio Díaz, cuando esa cintura territorial del territorio mexicano seguía siendo codiciada por diferentes naciones, aun después de construido el Canal de Panamá. Originalmente ese ferrocarril lo administró con bastante éxito comercial la Pearson Company, pero con la Revolución Mexicana pasó al dominio nacional. Se convirtió en Ferrocarriles Nacionales de México y formaba parte del sistema ferroviario nacional administrado por los gobiernos “emanados de la Revolución”. Pero históricamente está comprobado que el Estado Mexicano es un pésimo administrador y difícilmente consigue ganancias en las empresas bajo su tutela, los casos de Pemex y la CFE son emblemáticos, aunque no falta quienes argumentan que no es asunto de lucro sino de una estrategia para mantener el “control” sobre esas empresas que fortalecen la soberanía del país, dicen. Bajo ese argumento se tenía “control” en telecomunicaciones con Teléfonos de México, sobre la industria del acero con Altos Hornos de México y qué más estratégico que los ferrocarriles, aunque esa clase de transporte en ninguna parte del mundo son rentables, honrosas excepciones las hay, solo subsisten por el subsidio gubernamental.
Pero en los años de la década de los ochenta y noventa las recurrentes crisis económicas abrumaron la carga fiscal del gobierno federal, fue cuando Salinas (1988-1994) decidió la venta de 390 de las empresas del gobierno, entre ellas Telmex y Altos Hornos de México y alguna otra de bicicletas, fue al presidente Zedillo a quien le tocó la venta de Ferrocarriles Nacionales de México, no sin las críticas de sectores políticos oposicionistas. Pero, para hacer eficientes las telecomunicaciones y la inversión privada en diversos sectores de la economía nacional era necesaria la medida, además de descargarle al erario la pesada carga de los subsidios. Esos que ahora, como si fuéramos en reversa, reciben el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el Ferrocarril Interoceánico, Mexicana de Aviación, el AIFA, constituye una tajada bastante abultada del presupuesto federal. La interrogante radica en saber si conviene o no esa política puesta en marcha de reactivar al tren de pasajeros, porque el gobierno lo está experimentando con el Tren Maya, cuyo pesado subsidio se pretende aligerar con tender otra vía para el tren de carga. El problema es de origen, pues son proyectos nacidos por inspiración, se desconoce en qué tiempo alcanzará rentabilidad, si la hubiere, mucho menos para cuando podría recuperarse la inversión. |
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