Prácticamente ha pasado desapercibido el “movimiento” priista estatal para designar a su dirigencia estatal, porque nada hay para el festejo, ninguna novedad, salvo que por tal se entienda la sustitución de titular en la secretaría general, aunque en el fondo simplemente es más de lo mismo, es decir, la situación del PRI en la entidad veracruzana es análoga a la que a esa organización política caracteriza a nivel nacional: camina hacia el precipicio y su común denominador es la derrota, según los pésimos resultados electorales obtenidos en la elección de 2024. Cuando Alejandro Moreno se hizo de la dirigencia nacional priista el partido gobernaba en 14 entidades, ahora solo gobierna en Coahuila, y en Durango lo hace con el PAN. Ese es su legado nefasto, hasta ahora, y para no variar. en Veracruz la dirigencia estatal que repite no ganó uno solo de los municipios importantes, salvo Orizaba, a cuyo alcalde debe atribuirse el triunfo priista.
Pero ¿en realidad a Alejandro Moreno le importa el PRI? Por lo visto en Veracruz, no. Y a nivel nacional tampoco, Porque su prioridad radica en evitar el desafuero que pende como espada de Damocles sobre su cabeza, y no por ser “oposicionista” contumaz, sino porque sus pecados como gobernador de Campeche saltan como pez sobre la sartén caliente. Solo la impunidad imperante y el contubernio político lo mantienen en aparente beligerancia. Para algunos priistas convencidos, no muchos, pero aún los hay, la celebración sabatina para festejar a una nueva directiva, por asociación de ideas habrán recordado la fábula de Esopo: “El parto de los montes”, porque si tenían expectativas de un resurgimiento, con la “nueva” integración de su dirigencia estatal solo habrá más de lo mismo, es decir, solo derrotas. |
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