Joel Hurtado Ramón, un ciudadano veracruzano de gran valía ha cruzado el umbral de su existencia física para incorporarse al mundo de lo desconocido. Irónicamente, una de sus pasiones fue la de desentrañar a través de lo esotérico el contenido del más allá, la supremacía de lo intangible sobre la esfera física, quizás ya no encuentra obstáculos para descubrirlo por sí mismo. Fue Joel Hurtado un alvaradeño atípico, a juzgar por su lenguaje muy ajeno a la del cuenqueño promedio. En 1973 buscó la oportunidad de gobernar el municipio de su natalicio, Alvarado, pero sus esfuerzos fueron frustrados por los grupos de interés locales a los que no convenía la llegada de un joven político con mentalidad diferente. En ese entonces Joel formaba parte del relevo generacional impulsado por el presidente Echeverría, sus pretensiones contaban con la simpatía de la dirigencia priista estatal, pues formaba parte del elenco de jóvenes veracruzanos en busca de nuevos derroteros sociales y políticos. Sin embargo, en política el hombre está estrechamente vinculado con sus circunstancias y estas no se le acomodaron para cristalizar su anhelo. Además, Joel tenía un “defecto” que lo limitaba en la actividad política: lo dominaban los escrúpulos, y en política a la mexicana ese detalle configura un fenomenal escollo, lo de “tragar sapos” no es frase sin contenido, Joel no aceptó ese menú, de ahí que, pese a su talento para el servicio público, pese a su arraigada vocación de servicio tuvo que desistir de la acción política y destinar sus esfuerzos a la industria restaurantera, donde incursionó con bastante éxito con la invaluable participación de su esposa. Joel ya partió hacia lo desconocido, va en el viaje sin regreso que todo mortal en su momento debe emprender. Se nos adelantó, antes de hacerlo se desprendió de su mansión de peregrino, ahora ya vuela sin límite de espacio, tiempo y circunstancias. |
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