De Veracruz al mundo
2019-08-03 / 18:43:44
La guerra: prensa ineficaz y ataques vanos
Son execrables las críticas y señalamientos que le hacen al actual presidente y a las políticas que impulsa. Las diatribas periodísticas son cotidianas y la mayor parte de ellas carecen de sustento y validez. Los que no contribuyen a combatir la podredumbre en las instituciones y atacan con patrañas y argucias enseñan el cobre. Esos que se dicen críticos participaron —con sus loas o mutismo— como cómplices en el saqueo de la riqueza nacional; en el pasado escribieron lisonjas al mandatario federal en turno y adulaciones a los gobernantes estatales.



Hace seis años el expresidente Peña impulsaba las reformas estructurales. Partidos políticos —PRI, PAN, PRD, Verde y adláteres— firmaron y apoyaron con sus votos y verborrea los cambios en la constitución y en las instituciones; gran parte de las cúpulas de la iniciativa privada (COPARMEX) aplaudieron las “innovaciones legales” y la “modernización” de la administración pública; la sociedad civil y organizaciones no gubernamentales desbordaron entusiasmo y brindaron su beneplácito al expresidente Peña; que podemos decir de los medios de comunicación.



En febrero de 2014, la prestigiada revista Time —de EEUU— publicó en su portada la fotografía de EPN y lo pintó como el joven salvador de México. El periodista Michael Cromley dijo en aquel momento: “Después de un año en el cargo Peña Nieto ha presentado el paquete de reformas más ambicioso del que se tiene memoria. Fuerzas económicas globales también han observado la dirección del país. Y no es para menos tras la reforma energética que abre al mercado los ricos yacimientos de hidrocarburos del país (…) un analista de Morgan Stanley considera que entre la comunidad de inversionistas de Wall Street, México es la nación favorita por mucho.”



En la década de los sesentas del siglo pasado había una formula muy sencilla para leer las noticias: si en EEUU decían que las decisiones tomadas en México fortalecerían la democracia, economía o vida pública de nuestro país —inmediatamente sabíamos— que ese derrotero los beneficiaba a ellos y perjudicaba los intereses nacionales. Las opiniones contrarias a la política mexicana aduciendo que traería menoscabos a nuestra vida —en realidad— perjudicaban los intereses políticos, económicos o de dominación gringa. Lea usted el artículo del Time e interprételo con los ojos y el talante del lector del siglo pasado.



El periodismo e intelectualidad mexicana pecaron de irresponsabilidad ante tanta corrupción, fraudes y barbarie cometidos en los sexenios pasados. Acallaron sus plumas y silenciaron sus micrófonos cuando el expresidente de la república y los legisladores federales y locales cometían felonías y canalladas consideradas —por el artículo 108 de la constitución del país— como traición a la patria. Gracias al “chayote” y otras prebendas, descaradamente voltearon hacia otro lado o aplaudieron las decisiones entreguistas y traicioneras de los neoliberales de las últimas décadas. Algunos miembros de la prensa escrita y televisiva escribieron elogios y pregonaron encomios —al anterior presidente— por genuina convicción. Ellos comparten la ideología política y económica que propone la escasa o nula intervención del estado en la vida pública. Ellos son adversarios respetables que no ocultan su pensamiento y posición política. Por otra parte, la inmensa mayoría de los analistas, intelectuales y periodistas escribieron cobas y adulaciones porque así lo dictaban sus



intereses monetarios o porque así se lo mandaban sus padrinos políticos y financieros. Éstos últimos son una bola de veletas e inescrupulosos personajes disfrazados de periodistas.



El criterio para leer las noticias —utilizado el siglo pasado— sigue vigente. Aplíquelo usted cuando lea las opiniones de las “calificadoras” crediticias (Moodys, Standard and Poor’s y Fitch), de los organismos financieros internacionales (FMI, BM, etcétera), y también utilícelo cuando ojee o analice la opinión y comentarios de los “expertos” y “analistas financieros internacionales”. Si despotrican en contra de las políticas sociales o energéticas del presidente López Obrador significa que los intereses —económicos y financieros— de ellos van a sufrir pérdidas y que la vida política del país será más independiente y en el ámbito social habrá mayor justicia para el pueblo.



El mismo rasero —para leer o escuchar noticias— puede ser aplicado a los propagandistas del régimen. Pregúntese usted ¿Qué hacían los expertos, analistas, intelectuales y periodistas durante los últimos seis sexenios en temas petroleros? ¿Quién de ellos escribió en los diarios u opinó en los micrófonos cuando Miguel de la Madrid empezó a cambiar la constitución para desmantelar y entregar Pemex a los gringos? Nadie levantó la voz cuando Calderón anunció que construiría una refinería en Tula, Hidalgo y sólo construyó la barda perimetral que costó cientos de millones de pesos y dejó endeudado al pueblo de Hidalgo por el préstamo que hicieron para “comprar” el terreno donde se proyectó construir la refinería. Fox también dejó inconclusa una refinería en Centroamérica. Se mantuvieron como monigotes ante el robo de hidrocarburos —casi medio billón de pesos desde el sexenio de Fox hasta el de Peña— y ese saqueo no lo hicieron los parias del triángulo rojo poblano o la banda del “Marro” en Guanajuato. No, ahí estuvieron presentes varios políticos “respetables” y empresarios encumbrados. Agregue usted, la deuda de la petrolera se fue incrementando a través de los sexenios. Con Calderón ascendió a un billón de pesos, con Peña se duplicó y son un poco más de dos billones de compromisos financieros. La deslealtad no se redujo al incremento de los empréstitos. Al mismo tiempo que se pedían prestado esos descomunales montos el desmantelamiento de la petroquímica y el abandono a las refinerías fueron más que evidentes. Dígame usted ¿Quién levantó la voz o criticó esa política depredadora y traicionera? Fueron muy pocos y con poco espacio en los medios.



Hoy que el presidente quiere rehabilitar las seis refinerías existentes y construir otra instalación en Dos Bocas la prensa nacional lanza furibundos y erráticos ataques a la política petrolera del presidente y lanza su ponzoña a todo aquello que proponga incluyendo: la autonomía energética, la prosperidad popular, independencia económica y la justicia social. No debemos olvidar los 30 mil millones de pesos que EPN dio a la prensa nacional con el afán de mejorar su imagen y lograr la aceptación popular. Esfuerzo vano, al final del sexenio, sólo el 13% de la población aprobó su gestión. Esas cifras hablan de que al expresidente Peña y el grupo de periodistas —que adulaban su gestión— nadie les creyó y ejercieron nula influencia en la opinión popular. Ahora que los gacetilleros atacan al presidente López Obrador —por encargo y previo moche— son escasos los creyentes de sus libelos. Todos los patrañeros, junto con sus pasquines, siguen cayendo en la pendiente del deshonor y están perdiendo —de manera acelerada— credibilidad, respeto, lectores y audiencia.



alfredopoblete@hotmail.com

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