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jueves 18 de abril de 2024

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2019-05-25 / 09:48:49

La guerra: los proyectos del presidente y sus adversarios

El presidente ha emprendido una batalla en varios flancos. Encabeza una batalla contra la corrupción, impunidad, inseguridad, desigualdad, pobreza, abusos y privilegios. Todo lo anterior para lograr la justicia social y conseguir el bienestar de los mexicanos con paz y dignidad. Los sondeos y encuestas dicen que no está solo en sus propósitos y lo acompañan en esa cruzada 80% de la población nacional. El ánimo de los seguidores es de confianza y esperanza en que el futuro será mejor. La cuarta transformación espera impactar positivamente en el nivel de vida de los mexicanos y se percibirá cuando hayan más monedas en el bolsillo, se pueda transitar por las calles sin temor y se multipliquen las sonrisas y los motivos de orgullo entre la población. La dimensión humana es el eje rector de las políticas, programas y acciones del actual gobierno. Ha ubicado al hombre como medida, punto de partida y finalidad de las más importantes decisiones públicas de su administración.

Sus adversarios guerrean por recuperar los privilegios perdidos y prebendas suprimidas, por reconquistar el poder y continuar disfrutando de todos los provechos tangibles y concretos que ofrecen las posiciones de mando. Los verdaderos antagonistas a las políticas del presidente son un puñado muy selecto de personas. Por los lugares estratégicos que ocupan y las armas que utilizan pareciera ser que son muchos. La peligrosidad y fuerza —de esos adversarios— no se halla en el número de sus miembros; más bien, radica en las importantes posiciones que ocupan en la sociedad y en los recursos materiales y económicos que despliegan. Los seguidores e incondicionales de esas elites son pocos, aproximadamente 15% de la población. El talón de Aquiles de los potentados reside en la disminuida credibilidad de sus discursos y la falta de ética en sus quehaceres. Otro punto débil de los adinerados es que se les agrió el atole y cuando se embarran el dedo y lo quieren meter en la boca —a los de siempre— lo rechazan y lo acedo del líquido les provoca ganas de guacarear. Solo sus adeptos disfrutan del brebaje descompuesto. Aunque la flor y nata de la sociedad se encuentra desesperada no van a arriar sus banderas de lucha. En su naturaleza está pelear por las posiciones donde se pueda mandar, controlar y lucrar. Ellos creen que la economía y el mercado deben ser el eje central de la política mexicana y que la macroeconomía debe ser la medida de todo afán institucional y la cantidad de dinero en el bolsillo es el tamaño e importancia de los mexicanos.

Derivado de lo anterior, hagamos un poco de prospectiva y exploremos dos escenarios posibles.

Imagínese usted que estamos en el mes de mayo del 2021. El programa de adultos mayores está funcionando. Éste segmento de la población —nueve millones— están recibiendo su pensión. El programa de “jóvenes construyendo el futuro” con sus dos millones trecientos mil afiliados y el de “becas para estudiantes de bajos recursos” están marchando. El programa de reforestación y creación de empleos en el campo llamado “sembrando vida” ya camina a plenitud y actualmente son 1 millón de hectáreas sembradas. Sigamos proyectando. El aeropuerto de Santa Lucía está a punto de inaugurarse. Se planeó ponerlo en marcha en junio de 2021 y reportan que lo invertido en el proyecto es lo que estaba presupuestado. La refinería de Dos Bocas, Tabasco sigue construyéndose sin contratiempos con un avance del 80% y se estima será inaugurada —de acuerdo a lo prometido— en junio del 2022. De los 1,500

kilómetros que recorrerá el tren Maya se llevan construidos 400 kilómetros y se espera concluirlo en septiembre de 2024, la inversión para este proyecto sigue fluctuando en alrededor de los 7 mil millones de dólares; aquí participa la iniciativa privada nacional e internacional con una inversión de 90% y en menor medida, el 10%, el gobierno federal. El tren cuya longitud es de 304 kilómetros que va de Coatzacoalcos, Veracruz a Salina Cruz, Oaxaca que une a los océanos Pacifico y Atlántico está concluido y ya rinde sus primeros frutos económicos.

Hagamos un alto en la prospectiva y recurramos a la historia reciente. Con respecto al Tren Interoceánico dicen que es una quimera y huele a fracaso. Con relación al proyecto del tren Maya los adversarios del presidente siguen diciendo que no se concluirá en la fecha programada y que al igual que otros proyectos es un fiasco. La desconfianza proviene —en parte— de contemplar el tren Ciudad de México-Toluca cuya longitud es de 58 kilómetros. Su construcción inició el 7 de abril de 2014 y no se ha concluido. Otro pequeño detalle: la inversión estuvo presupuestada en 2 mil millones de dólares y ya lleva 4 mil millones de verdes billetes y no se ve para cuando lo echen a andar. Otro proyecto ferroviario fallido es el tren Ciudad de México-Querétaro anunciado por el entonces presidente Peña Nieto en su toma de posición (1-12-2012) y suspendido por “recortes presupuestales” —antes de poner la primera piedra— el 2 de febrero de 2015. Se pagaron por esa cancelación penalizaciones millonarias a la empresa asiática ganadora de la licitación internacional. Con respecto a la refinería de Tula proyectada en el sexenio del ex presidente Felipe Calderón sólo se construyó parte de la barda perimetral y éste último proyecto siempre fue una farsa y tomadura de pelo.

Los adversarios dicen que lo que propone el presidente son ocurrencias e improvisaciones; han dicho también que las propuestas son producto de la ignorancia e ineptitud política. De ser cierto lo anterior, el escenario que contemplaremos en el 2021 es que —en mayo de ese año— el proyecto de la refinería lleve un atraso considerable, la corrupción y pleitos entre los encargados de la construcción entorpecen el avance prometido. Sucederá lo mismo con la rehabilitación de las seis refinerías restantes. El tren Maya ha provocado —dirán en el futuro—un sinnúmero de protestas y los chiapanecos están bloqueando el avance constructivo. Lo mismo sucede con el otro tren; ahí han encontrado muchos contratiempos técnicos. La guardia nacional no ha logrado contener la delincuencia y la criminalidad se ha incrementado. El crecimiento económico se ubica entre 0.5% y 1.0%. La devaluación de la moneda supera los dos dígitos. Los recursos para pagar las ayudas a los de la tercera edad y las becas de los jóvenes no alcanza y se redujo el número de beneficiados. Es decir todo es un rotundo fracaso. Programas abortados y muchos sueños frustrados. El enojo en contra el presidente es evidente. Desde esta perspectiva, la irritación, desánimo y desilusión flotan en el ambiente.

Esas escenas y atmosferas —descritos en el cuerpo de la nota— pueden estar presentes en las elecciones intermedias de 2021. Resultados y no peroratas es lo que se ponderará y enjuiciará dentro de dos años. Con la figura de la revocación del mandato aprobada (14/3/19) el presidente aparecerá en la boleta electoral del ´21. Esa es una gran oportunidad para —si hay logros— ratificarlo en el puesto o —si hay fracasos— removerlo de la presidencia. ¿Quién tendrá la razón? ¿Los especialistas en economía egresados de Harvard? ¿Los analistas financieros del ITAM? ¿Los periodistas, columnistas e intelectuales conocedores de la política nacional? ¿La docta e ilustrada sociedad civil? O ¿El pueblo raso?

alfredopoblete@hotmail.com