Por Héctor Raúl Rodríguez
Resulta muy significativo que los estudiantes de la Facultad de Psicología Región Xalapa de la Universidad Veracruzana hayan decidido realizar este 15 y 16 de octubre un Paro Activo en Solidaridad con los damnificados del norte del estado.
En su cartel emitido desde lo que denominan Nido Estudiantil UV (NEUV) sostienen de manera lapidaria que la tragedia en la zona norte “no fue un accidente, fue negligencia”; que “estudiantes de la UV y población en general murieron por la indiferencia de las autoridades”, por lo que afirmaron: “No podemos callar ante tanta deshumanización”.
Que sean los jóvenes estudiantes de la principal universidad pública del estado – considerados la conciencia crítica de la sociedad - los que se organicen para denunciar de forma simbólica la negligencia e indiferencia de las autoridades ante el fenómeno meteorológico que golpeó a la zona norte de Veracruz y otros estados de la huasteca, es un indicador del estado de ánimo que prevalece en la población ante la tragedia que costó vidas humanas, truncó proyectos de jóvenes universitarios, como ellos, y de miles de familias vulnerables, muchas de las cuales perdieron a sus seres queridos y su patrimonio.
Aunque no se trata de buscar culpables, tampoco de exonerar a priori o defender por consigna a quienes tenían la obligación de analizar la información meteorológica disponible y los atlas de riesgos, que siempre estuvieron ahí, con lo que pudieron tomar decisiones preventivas a tiempo, pues ese es el sentido de la protección civil: evitar en primera instancia la pérdida de vidas humanas y tratar de reducir en la medida de lo posible los daños materiales.
El objetivo de la protección civil es cuidar la vida y el patrimonio de la población con estrategias y acciones antes, no solo durante y después, del desastre.
Si los sistemas estatales de protección civil hubieran cumplido con su trabajo, alertando a tiempo a la población ubicada en las zonas susceptibles de inundación, de haber evacuado oportunamente a las familias en riesgo, a estas alturas nadie estaría hablando de tan lamentable cifra de personas sin vida o desaparecidas.
Max Weber, el padre de la sociología política contemporánea, decía que un político debe tener tres cualidades: pasión, para defender sus convicciones; una ética de la responsabilidad, para hacerse responsable de lo que dice y de lo que hace, y un sentido de las proporciones, para dimensionar adecuadamente las cosas o situaciones.
Bajo esa premisa, el gobierno, en sus tres niveles, sea del color que sea, debe tener una ética de la responsabilidad para hacerse responsable no solo de lo que dice, sino de lo que hace – o no hace - desde la función pública, y en este caso debió haber dimensionado adecuadamente el riesgo de un fenómeno natural que podía, como lo hizo, provocar daños graves, para prevenir y proteger a tiempo a la población.
Hoy, a la tragedia natural se suma la tragedia administrativa y burocrática, pues está claro que ni en Veracruz ni en México existe un sistema de protección civil, que se encuentra totalmente rebasado, como se demostró en Acapulco hace dos años con el huracán Otis y ahora en la Huasteca, donde los tres órdenes de gobierno actuaron con lentitud, de manera reactiva.
En los hechos, el gobierno municipal de Poza Rica, el estatal y el federal – los tres de Morena – han fungido como meros limpiadores del desastre. Es penoso decirlo, pero su función ha sido levantar cuerpos, actuando como un Servicio Médico Forense, Semefo, y limpiadores de la zona devastada, porque antes abdicaron de su responsabilidad con relación a sus funciones preventivas.
Y a esto hay que sumar la tragedia económica y el costo que representará la etapa de reconstrucción. |
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