EL 27 de junio de este año, la presidenta Claudia Sheinbaum aseguró que su gobierno “seguirá avanzando” en las demandas y derechos de la comunidad LGBT+, e incluso anunció nuevas iniciativas en favor de la diversidad sexual en todo México. “No se debe juzgar a nadie. Se debe reconocer, se debe incluir. Alguien habla de tolerancia, nosotros hablamos de inclusión. Somos una sociedad diversa (...). Todo lo que podamos hacer desde el gobierno (federal) para que haya respeto, reconocimiento (a la comunidad LGBT+), lo vamos a hacer”, pero el cinco de Octubre, en el evento encabezado con motivo de su primer año de Gobierno, Sheinbaum Pardo ignoró a esa población, pues al tomar la palabra en el zócalo capitalino se dirigió a quienes se congregaban como: “Amigas y amigos”, jamás pronuncio el “amigues” que los distingue, dando por hecho que en México (como lo ha reiterado Donald Trump para Estados Unidos) solo existen hombres y mujeres. Para que no quedara duda, más adelante reiteraría: “Nos vemos una vez más en este grandioso Zócalo, corazón de la República. Aquí, donde palpita la historia, nos reunimos para conmemorar “juntas y juntos” (no juntes), un año del gobierno del pueblo, porque no camino sola, no gobierno sola; el nuestro, es un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo de México. En ese contexto, ya no cabría su dicho en torno a que: “Vivimos un momento histórico. Nuestro país transita por un camino de justicia social, de dignidad y de garantía de derechos sociales, libertad, democracia y soberanía”, porque a la comunidad LGBT+, simple y llanamente la borró de su discurso, como borro a los titulares de los poderes legislativos Adán Augusto López Hernández (cámara alta) y Ricardo Monreal Ávila (cámara baja? a quienes incluso ordenó sentar atrás de una vaya, en la segunda fila de invitados, como para evitarse la pena de tener que saludarlos no solo de mano, sino de beso como quiso hacerlo López Hernández con la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez y esta la rehuyó. Junto a esos personajes que, presuntamente, apestan políticamente, fue ignorado Manuel Velasco, el afamado “güero” mandamás del Partido Verde Ecologista de México, pagando de esa manera el error de colocarse de espaldas al paso de la Presidencia hace, precisamente, un año.
DE ADAN, Monreal y Velasco se entiende, porque no forman parte de los grupos cercanos a Sheinbaum, y más bien fueron impuestos por Andrés Manuel López Obrador como una herencia maldita, pero de los grupos o comunidades LGBT+, simple y llanamente no, ya que votaron por ella, además de que, el panorama de esa población muestra avances significativos en visibilidad, sin dejar atrás retos profundos. Según la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), más de 6 millones de personas de 15 años o más se identifican como de la diversidad, lo que representa aproximadamente el 5.1 por ciento de la población en ese rango. Dentro de ese total, 4.6 millones corresponden a personas lesbianas, homosexuales y bisexuales (4.8 por ciento), mientras que cerca de 909 mil se reconocen como parte de la población transgénero o no binaria (0.9 por ciento). La concentración geográfica es notable: los estados con mayor número absoluto de población LGBTIQAP+ son el Estado de México (cerca de 490 mil), la Ciudad de México (311 mil), así como Veracruz y Jalisco con cifras cercanas a los 300 mil. Actualmente uno de los principales desafíos es la violencia y discriminación: durante el último año, el 37 por ciento de la población LGBT+ sufrió algún acto discriminatorio, mientras que el 60 por ciento vivió episodios de violencia, frente al 40 por ciento de la población no LGBT+. Paralelamente, alrededor del 28 por ciento ha tenido ideas o intentos suicidas, una tasa más del triple que la población general (8.9 por ciento). Pero lo principal, en materia económica, el 64 por ciento de la comunidad forma parte de la “Población Económicamente Activa” tras participar en sectores como servicios personales, profesionales, comercio y en política. También destaca su impacto como consumidores, representando hasta el 25 por ciento del gasto con tarjeta de crédito en el país. En fin, pudo tratarse de un simple olvido de la Presidente Sheinbaum, porque si se trató de imitar a Estados Unidos que menosprecia a esas personas, en México representan votos, y en los Gobiernos Federal y Estatales es evidente la presencia de esos grupos, ahora desdeñados por Sheinbaum…
LO QUE llamó la atención, es que esta vez, a diferencia del discurso reciente por su asunción al poder hace un año, la Presidenta dedicó mucho tiempo a ensalzar a su antecesor el ex Presidente Andrés Manuel López Obrador, y en ese contexto asume: “se han empeñado en separarnos, en que rompamos. Su objetivo no es otro más que el de acabar con el movimiento de Transformación, que nos dividamos. Pero eso no va a ocurrir, porque compartimos valores: honestidad, justicia y amor al pueblo de México (¿?). Porque compartimos proyecto: el Humanismo Mexicano y porque no llegamos al gobierno solo para administrar, llegamos para seguir transformando la Nación para el bienestar del pueblo. Andrés Manuel López Obrador fue, es y será siempre un ejemplo de honradez, de austeridad y de profundo amor al pueblo de México. Nunca se rindió ante la presión, nunca se vendió a los poderosos (¿ni al narco?), nunca se apartó de sus principios. Y escúchenlo bien: su Presidenta, tampoco lo hará, porque tenemos convicciones, tenemos principios. Porque por más duras que sean las presiones, nosotros solo hacemos reverencia a uno solo: al pueblo de México”. No desaprovechó el discurso para el golpeteo, tratando se tapar lo que se vice actualmente en el morenismo: “los conservadores quisieran que olvidáramos cómo se vivía antes: Presidentes rodeados de lujos, gobiernos alejados de la gente, fortunas construidas al amparo del poder público. Pero eso se acabó, porque en este México nuevo, la honestidad no es la excepción, es la regla. Y quien traicione al pueblo, quien robe al pueblo, enfrenta la justicia”. Y uno se pregunta ¿de qué México hablará, presidenta?, porque en el nuestro, solo cambiaron los nombres y los hombres (y mujeres) que siguen ejerciendo el mismo bandidaje, enriqueciéndose a costo del solo utilizado pueblo.
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NO HAY causa o motivos suficientes que justifiquen un crimen tan horroroso como el perpetrado el lunes contra la abogada y ex candidata del PT a la alcaldía de Yanga, Jessica Luna Aguilera, por más que algunos colegas intenten difundir hechos que no les constan, todo para limpiarle el camino al Gobierno del Estado que no ha logrado contener tanta y semejante violencia que asola al Estado en todas sus regiones. Que si era parte de la delincuencia, que si servía a un grupo distinto al que le cegó la vida, que si defendía a indefendibles, eso tendrá que investigarlo la Fiscalía General del Estado. Lo que no se vale es que en aras de unos pesos se criminalice de antemano a una mujer que acudía por su hija, y que al ser agredida en el vehículo que conducía, este se estrellara, precisamente, en la barda del colegio de su amada descendiente, un trauma que la hija jamás olvidará, aunque eso no importa a quienes buscan deslindar el alevoso suceso de un crimen de carácter político. La abogada y política fue asesinada por un comando armado en el municipio de Atoyac, cuando la ahora occisa se dirigía a recoger a su hija a la escuela primaria. De acuerdo al reporte extraoficial, la mujer fue interceptada antes de llegar al plantel por sicarios que le dispararon con saña, propinándole un balazo en la cabeza. El crimen confirma como la violencia se recrudece en la zona centro, tras este feminicidio cuyo móvil se desconoce. Lo que sí es innegable, es que la joven abogada se dedicaba a prestar servicios gratuitos a la población de su municipio con mucha dedicación y esfuerzo. Descanse en Paz…OPINA carjesus30@hotmail.com
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