Con solidaridad y respeto a Cuitláhuac García Jiménez, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, Ricardo Ahued Bardahuil y Manuel Huerta Ladrón de Guevara
La migración es un fenómeno humano muy antiguo que en el siglo XXI puede adquirir vicios aterradores. Por décadas, México ha exigido a Estados Unidos un trato digno a los millones de migrantes que han dejado nuestro país para buscar vida en el norte.
La imagen de miles de personas procedentes de varios países de Centroamérica caminando decididas a llegar hasta Estados Unidos, o quedarse en México, si el asunto se pone difícil, se ha vuelto preocupación en la opinión pública.
A este grupo de personas se le describe como caravana, pero la imagen que se transmite es la de una ola humana que anuncia volverse un tsunami. Al presentar estas imágenes como si fueran ríos humanos lo que provocan es miedo, rechazo, preocupación y, ya de últimas, tal vez la oportunidad para analizar las razones que provocan este éxodo.
El resurgimiento de un nacionalismo mal entendido ha reforzado la xenofobia y el racismo y le han dado al populismo un poderoso instrumento ganar elecciones.
El riesgo es enorme, pero tal parece que las condiciones que estas personas enfrentan en sus lugares de origen es superior al miedo.
Las condiciones de marginación, violencia e incertidumbre presentes en Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua son tan agraviantes que un número reducido de horas motivaron a más de 7 mil personas a abandonar de manera colectiva sus lugares de origen, tras años de verse condenados a la adversidad.
Los presidentes de Guatemala, Jimmy Morales, y de Honduras, Juan Orlando Hernández denunciaron motivaciones políticas detrás de la organización de la caravana migrante.
En específico, diversos medios dan cuenta de la acusación a un político hondureño, Bartolo Fuentes. Sin embargo, por grande que sea el activismo del señor Fuentes dista mucho de explicar la gravedad del fenómeno.
Transparencia Internacional ha subrayado que a pesar de los alcances en la lucha a favor del desempeño público íntegro observados en la región, los mismos Nicaragua, Guatemala, Honduras, El Salvador son percibidos por sus ciudadanos como los sectores públicos más corruptos del continente americano.
De acuerdo con estudios levantados en América Central, los fenómenos migratorios encuentran caldo de cultivo en la falta de oportunidades educativas, la mala distribución del ingreso, la violencia, los efectos del cambio climático en actividades agroalimentarias y la ausencia de apoyos gubernamentales que permitan revertir el prolongado deterioro en las condiciones de vida.
El presidente Trump está utilizando el tema de la Caravana migratoria con el objetivo electoral de fortalecer a los republicanos en las próximas elecciones legislativas. Pura manipulación política. Lo que está explotando Trump es el miedo de los residentes a que llegue gente de otros países en una nación donde todos, a excepción de los indígenas norteamericanos, son descendientes de migrantes. El presidente Trump, de buen pedigree anglosajón, nada menos que inminente alemán, los odia.
Le disgusta que morenos católicos llegan a territorio que debería ser exclusivo de blancos protestantes.
Como en sus campos de golf, Trump se reserva el derecho de admisión a la gente de " buena raza".
Hace unas semanas, decìamos aquí en este espacio qué López Obrador tenía razón en no pelearse con Trump por el muro, siempre esgrimido por el mandatario estadounidense.
"En realidad, decíamos, lo que está planteando AMLO sobre la migración y la frontera es lo que han querido hacer, sin éxito, en los dos ùltimos sexenios y, sobre todo, en los dos últimos años, con Trump los gobiernos mexicanos: mover la estrategia de control de la frontera norte a la Sur, frenar el flujo de migrantes, sobretodo centroamericanos".
Marcelo Ebrad, está trabajando una estrategia con las naciones centroamericanas para atender el flujo migratorio proveniente de esos países y tratar de regularizarlo. Nuestra frontera Sur no es porosa, es casi inexistente, como lo hemos podido comprobar en estos días. Ese punto es central: Más allá de cualquier consideración humanitaria, México necesita contar con fronteras seguras. Y recuerde: hay quienes dicen que un país debe abrir de par en par sus fronteras y dejar pasar a todo aquel que quiera quedarse ahí o simplemente pasar de largo.
Hay quienes por el contrario, desearían fronteras cerradas a piedra y lodo, como si se tratara de un castillo de la pureza, que no tome en cuenta ningún matiz.
En otro tema en el texto " La política del rumor de la doctora Soledad Loaeza, conviene releer para saber qué le pasaba a los mexicanos en vísperas de un cambio sexenal.
Van unos párrafos en la esperanza de que se lea bien lo que ha pasado antes, para que ojalá se lea bien lo que no nos debiera pasar de nuevo. La proximidad de un nuevo período presidencial auspicia un ambiente similar al de un "año nuevo". Aunque aparentemente este espíritu es cada vez más cauteloso, no deja de sorprender la capacidad de los mexicanos para reavivar sus esperanzas y sus buenos propósitos con el inicio de un nuevo sexenio.
¿ Qué pasó inmediatamente después de la elección de López Obrador? La gente estaba en general de buen humor. El dólar no se volvió loco, sino al contrario.
Los discursos de AMLO la noche del triunfo, así como la llamada al día siguiente de sus operadores financieros con los representantes de los mercados, abonaron a ese clima luminoso que hoy, sin embargo, luce con nubarrones.
La elección fuè sobre la corrupción y la inseguridad, AMLO ganó esa partida.
Soledad Loaeza abunda sobre como una crisis de confianza puede desatar rumores y estos afectar la economía.
Calificadoras y dólar han comenzado a presionar al peso, nos dicen, en el marco de dudas sobre la pertinencia del proyecto energético de AMLO.
La próxima secretaria de energía Rocio Nahle, cuando todavía no viajaba a negativa la perspectiva de Pemex la calificadora Fitch, aseguró que en los primeros tres años, no le harán modificación alguna a la reforma energética de EPN, pues verán cómo van jalando. Ya que no pueden evaluar lo que no ha dado resultados.
AMLO no puede darse el lujo de que la población lo vea como un presidente atrabiliario, "uno de medidas políticas que conducirían al país al caos".
Que lea a la investigadora Loaeza, que aprenda en encabeza presidencial ajena, que recuerde sus buenos días de julio, el espíritu entonces, de "año nuevo". Y, sobre todo, que espante los temores de depreciación.
Hay demasiado en juego.
Uno de los grandes aciertos del equipo de AMLO fue que fueron proactivos y se acercaron a diversos grupos de inversionistas para explicar las estrategias del nuevo gobierno.
Con ello consiguieron al menos el de la duda y en algunos casos, incluso el respaldo de grupos empresariales.
Cada vez que afirmó que hay sensatez en el equipo de López Obrador, viene una oleada de críticas e insultos. Ni modo. Lo sigo viendo y creyendo. Sigo pensando en que la mayoría de los integrantes de Hacienda y de la Oficina de la Presidencia son personas honestas y sensatas, y que siguen teniendo influencia en AMLO.
Ausente la sensatez. Suenan las alarmas. Continúa el salto al abismo.
Es muy obvio que AMLO y su equipo no entienden a los mercados. Desprecian a los calificadoras internacionales de cuyo grado de inversión dependemos para atraer capitales, promover inversiones y empleo.
Rocio Nahle dice no comprender porque Pemex se pone en riesgo si van a destinar más inversiones. Cierto, pero a proyectos que no son rentables. AMLO la regaña por avalar la Reforma Energética que ha logrado captar más de 200 mil millones de dólares.
El desconocimiento es evidente, la curva de aprendizaje será muy costosa para México.
Discursos duros de descalificación o justificación no van a remediar el daño. Los actos son los que definen la responsabilidad, aunque se trate de culpar a terceros. Con desesperación José Ángel Gurría,
desde la OCDE, alza la voz para evitar un desastre. Nerviosos los mercados empiezan a tomar precauciones que se empiezan a reflejar en tipo de cambio.
Su estrategia de desarrollo basada en el petróleo, un tren que supuestamente detonará desarrollo, son sólo propuestas cuya viabilidad no está respaldada por estudios.
Así conduce la marcha hacia lo que parece será su Waterloo. Como antes en la historia cree firmemente en llevar al país a nuevos estadios de desarrollo, cuando claramente socava instituciones y destruye confianza, desprecia logros, una apuesta costosa porque compromete el futuro de generaciones.
Le preocupa liberar recursos, no para los proyectos productivos de infraestructura, del cual el NAIM es el más emblemático, sino para atender sus programas sociales. Es sin duda innegable su vocación social, su preocupación por los pobres, su compromiso con la gente que lo siente cercano. Dice no quiere defraudarlos y yo lo creo. Pero el camino que emprende no ayuda al fin. Un país próspero no depende del gasto público, si bien su orientación define rumbo. Requiere de inversión y empleo. Es la única fórmula probada en el mundo para mejorar de vida de la población. Su meta de crecer al 4%, se ve muy lejana y si se abandonan condiciones de certeza, es inalcanzable. No habrá tregua, ni se podrá retroceder, porque en efecto la confianza se construye en un proceso continuado y sostenido en el tiempo, pero se rompe en minutos.
Por eso sorprende lo que llamaría yo la ingenuidad de AMLO frente a las alarmas. En la globalización la competencia es feroz. Se terminará la luna de miel antes siquiera de consumarse el matrimonio.
Un gobierno de amplia mayoría parlamentaria, como el que encabezarán López Obrador y Morena, no puede operar a partir de ocurrencias o señales encontradas por parte de los integrantes del gabinete presidencial.
Y recuerde mejor en junio pasado Alberto Barrera, en un artículo que merece ser releído tras la elección. En esa pieza, titulada "México fantasma de Hugo Chávez", minimizaba las posibilidades de que nuestro país termine como Venezuela. Sin embargo advertía: " Más poderosa que AMLO como presidente es la sociedad mexicana. Si algo puede aprender de Venezuela es a no repetir sus errores, a no engancharse mediáticamente en un juego narcisista con el nuevo presidente, a no poner a girar al país a su alrededor. Tanto la oposición política como la sociedad civil deben, por el contrario, apoyar y seguir construyendo espacios y relaciones de poder ciudadano, reforzar ese otro país diverso, productivo e independiente, cuya utopía es un gobierno eficaz y decente".
No todo México, ni lo bueno y lo malo, debería ser en torno a "AMLO sí" o "AMLO no". Merecemos no ser arrastrados por la marea. |
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