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Xalapa, Ver.-
Asociaciones de transportistas contratan empresas privadas de protección para sobrevivir el trayecto San Martín Texmelucan–Amozoc, en la Autopista México-Veracruz, que concentra más del 70% de los ataques contra el transporte de carga en el país. Y es que, en esa línea de asfalto, en cada kilómetro puede haber una emboscada. Los camiones cruzan esa autopista cada día como si marcharan por una frontera invisible. Llevan rastreadores, radios, cámaras, geocercas. Detrás, un centro de control observa su punto verde desplazarse en la pantalla. La autopista, vital para conectar el centro con el sureste de México, se ha vuelto una trampa para quienes mueven alimentos, combustibles o materiales industriales. Los convoyes se desplazan con patrullas particulares, personal armado y sistemas de comunicación directa. No es un lujo, sino una estrategia de defensa ante una estadística que no mejora: el 72% de los incidentes ocurre en los tramos San Martín Texmelucan–Amozoc y Amozoc–Esperanza. Algunos transportistas eligen custodia física: vehículos de escolta que acompañan al tráiler de origen a destino, listos para responder a cualquier bloqueo o ataque. Otros optan por vigilancia virtual, un sistema de rastreo satelital que permite monitoreo remoto en tiempo real. El protocolo es preciso: cada unidad lleva GPS portátil con cobertura global, conectado a una central de monitoreo operativa las 24 horas. Desde ahí se sigue cada movimiento, se activan alertas y se coordina apoyo si algo falla. “Los patrulleros no duermen”, dicen algunos choferes. “El miedo va sentado al lado del copiloto”. Los datos de las asociaciones de transporte muestran un patrón claro: los ataques suelen ocurrir entre las 5 y 9 de la mañana, y nuevamente entre las 8 de la noche y medianoche. Los días más riesgosos no son los fines de semana, sino los martes, miércoles y jueves, cuando circula el mayor número de unidades de carga. En esos horarios, las bandas delictivas colocan obstáculos sobre la carretera o lanzan objetos contra el parabrisas, obligando al conductor a detenerse. Entonces llegan los asaltantes. La inseguridad ha distorsionado por completo la economía del transporte. Las empresas gastan más en combustible, seguros, mantenimiento y personal armado. Algunas evitan transitar por las zonas críticas y desvían sus rutas, lo que incrementa tiempos y costos. La autopista México-Veracruz, una de las arterias logísticas más importantes del país, se ha convertido en un corredor de riesgo que redefine el mapa del comercio interior. Cada asalto representa pérdidas económicas, retrasos y, a veces, de vidas humanas. Pese a los operativos, las cifras no se mueven. Los transportistas insisten en que los patrullajes oficiales son insuficientes. En su lugar, el negocio de la custodia privada ha crecido como una industria paralela: vigilancia, rastreo, escolta y respuesta inmediata….UN SUJETO identificado como Francisco Javier “N.”, conocido como “El J1”, es señalado como líder del grupo delictivo “Los Berry”, una célula dedicada a la extorsión y el narcomenudeo en el sur de Veracruz. Las autoridades lo vinculan con la colocación de narcomantas y la quema de negocios en Coatzacoalcos, como el restaurante El Popeye, en el marco de su estrategia delictiva para imponer cobros a comerciantes bajo amenazas directas. Junto a él operaba Guadalupe Rosmarit “N.”, presunta colaboradora que distribuía los mensajes y coordinaba la entrega de las notas de extorsión. Ambos fueron detenidos el pasado lunes 6 de octubre en la colonia Hacienda la Providencia, en el estado de Nuevo León. La detención fue ejecutada por la Unidad Especializada en Combate al Secuestro y la Extorsión (UECS) de Veracruz, en coordinación con la Fiscalía Antisecuestros de Nuevo León, tras semanas de seguimiento y cruce de información. En las semanas previas a la detención, la policía documentó la colocación de narcomantas en distintos puntos de Coatzacoalcos. En ellas, el grupo “Berry” advertía a negocios de distintos giros que debían “reportarse” a dos números telefónicos: 9211014853 y 9211018403. Los papeles eran simples hojas de libreta, a veces arrugadas, dejadas sobre mostradores o pegadas en cortinas metálicas. Los mensajes repetían la amenaza: si no se comunicaban, volverían a quemar el negocio. Los registros de la UECS señalan que estas notas aparecieron en restaurantes, talleres mecánicos, florerías y hasta agencias de turismo. Cada mensaje llevaba la misma firma: Grupo Berry, a cargo del J1. “El J1” y su colaboradora fueron localizados en una vivienda de la colonia Hacienda la Providencia. No opusieron resistencia. Horas después, ambos fueron trasladados a Coatzacoalcos y presentados ante la autoridad judicial. La Fiscalía Especializada de la UECS solicitó prisión preventiva oficiosa, medida que fue concedida con una vigencia de un año. La continuación de la audiencia está programada para el 14 de octubre. En operaciones simultáneas, otros cuatro presuntos integrantes del grupo fueron detenidos en la misma ciudad. Se trata de Elimelec “N.”, Gerson Alexandro “N.”, Emilio “N.” y Omar “N.”, identificados como encargados de distribuir las amenazas y colocar las narcomantas. Los cuatro fueron detenidos por elementos de la UECS y de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz. Según las investigaciones, su función era extender el control del grupo mediante la intimidación y la difusión de mensajes en puntos visibles de la ciudad. Los detenidos fueron ingresados al Centro de Readaptación Social Regional Duport Ostión, en Coatzacoalcos, donde enfrentan cargos por extorsión y narcomenudeo.
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