Los que querían protesta de taxistas,
se quedaron con las ganas...
--Chopenjawer
Vamos a cambiar tantito de giro en esta columna. Esta vez me gustaría hablar de la muerte de John Michael Osbourne, más conocido como Ozzy.
De hecho, hasta música de Black Sabbath y Ozzy puse en el “Alexa” para la “inspireichion”.
(Si no le gusta el tema, deje de leer y vaya a poner su Spotify con música de Belinda, banda, reguetón o la que prefiera. Sea feliz).
Ha muerto este martes por la mañana “El Príncipe de las Tinieblas”; un tipo que exorcizó sus demonios (creo, a tiempo) con las consabidas facturas que los años le cobraron al cuerpo por el ritmo frenético y caótico de sus excesos.
Se nos adelantó el mago que prendía multitudes gritando “Louder, motherf*ckers!” y le arrancó la cabeza a un murciélago de una mordida; el que llegó a esnifar hormigas, a orinar en fuentes públicas.
Se trata del cofundador de una de las bandas más influyentes en el rock porque —ni más, ni menos— inventó todo un género musical llamado Heavy Metal.
Fueron los creadores de melodías ruidosas nivel “Oye nomás ese cumbión”; de acordes industriales por la falta de dos dedos del guitarrista Tony Iommi, que dio pie para crear ese estruendo tenebroso, oscuro, que cala el alma con sus riffs, sumado al poderoso bajo de Geezer Butler y la batería sencilla, pero escandalosa, de Bill Ward.
Y nos llega más duro la noticia porque apenas hace unos días vimos el concierto de despedida de la legendaria banda en su natal Birmingham, Inglaterra. Ahí donde se juntó la crema y nata del rock que algunos dicen ya está olvidado, pero que mostró que puede convocar a más de 6 millones de fanáticos por streaming, más las decenas de miles que estuvieron en el estadio Villa Park.
Al final vimos al Ozzy ya sin poder levantarse, sentado en su vampiresco trono, con un tecito al lado, un spray para la boca y sus medicinas. Por lo que se vio, intentaba levantarse para dar brincos, pero... el maldito Parkinson y todas las enfermedades.
Eso no impidió la lloradera a moco tendido cuando cantó “Mama, I’m Coming Home”; o cuando vimos reunida a la alineación original de Black Sabbath.
A ellos los pudimos ver (sin Bill Ward) mi compañera de vida y yo en 2013, cuando dieron una de sus tantas giras mundiales de despedida (esta llamada “The End”).
Recuerdo que Ozzy todavía estaba de pie. Caminaba, gritaba leperadas, brincaba y cantaba como si tuviera 20 años. Fue en el desaparecido Foro Sol del DF (sí, DF, porque soy chavorruco) y nos tocó un hotel que se encuentra mero enfrentito, así que no gastamos en taxi o en el Uber. Recuerdo que esa vez, de la nada, mientras jeteábamos en la habitación luego del concierto, un reloj despertador se cayó del buró.
Debe ser que se nos pegó algún demonio metalero.
“Con una tristeza indescriptible, informamos del fallecimiento de nuestro querido Ozzy Osbourne esta mañana. Estaba con su familia y rodeado de cariño. Pedimos a todos que respeten la privacidad de nuestra familia en este momento. Sharon, Jack, Kelly, Aimee y Louis”, fue el mensaje oficial que se publicó en cuentas oficiales sobre el fallecimiento.
Uno siente feo (muy culero, la verdad) porque mis héroes e ídolos de la música están empezando el gran viaje. Recuerdo que fue el buen Richie Alexander quien me hablaba de Ozzy y sus locuras cuando estaba yo en la secundaria… Por ahí del 91 o 92, allá en la colonia Obrera.
Sí, ídolos que tienen ese espíritu rocanrolero inmortal, pero todos llegan al final del camino en este plano de la existencia.
Y así se irán las leyendas: poco a poco, sucumbiendo al implacable tiempo.
En fin, “el corazón no envejece, el cuero es el que se arruga”... Y es inevitable.
Larga vida en las tinieblas celestiales a Ozzy con sus compas Randy y Lemmy, seguramente haciendo las paces con Dio, rodeados de cerveza en algún pub divino junto a un Chuchito metalero.
ÚNICA NOTA PARA PEGAR EN EL REFRI: Y aunque no les guste, el tema de este martes fue la muerte de Ozzy Osbourne, que hasta el presidente de la Mesa Directiva del Senado, Gerardo Fernández Noroña, y su homólogo en la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, fueron los que expresaron condolencias y hasta esquelas por la muerte del cantante, compositor y músico británico… Ya por lo pronto, el buen “Checo” tiene mi voto como futuro alcalde de Minatitlán. Es más, debería promover una estatua del Ozzy en el malecón. |
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