En los últimos años, las colonias Condesa y Roma de la Ciudad de México han sido el epicentro de un debate que mezcla economía, urbanismo y justicia social. Estas zonas, conocidas por su vibrante vida cultural, su arquitectura histórica y su atractivo para jóvenes profesionales y expatriados, han experimentado un aumento significativo en los precios de renta. Ante esta situación, algunos sectores han propuesto regular los alquileres como una solución para frenar la gentrificación y garantizar el acceso a la vivienda. Sin embargo, esta medida, aunque bien intencionada, podría generar más problemas de los que busca resolver.
Los grupos de extremistas que han causado daños y desmanes en las dos marchas contra la gentrificación, han sido identificados con grupos al servicio del gobierno de la ciudad de México por algunos medios. Todo parece indicar que la jefa de gobierno decidió crear un problema, organizar las protestas y posteriormente resolver con una ley con la que el gobierno de la ciudad podrá definir los aumentos de renta y quizá hasta los precios por metro cuadrado de vivienda, no sólo en esas dos colonias, sino en toda la ciudad de México.
Regular las rentas implica establecer un límite máximo al precio que los propietarios pueden cobrar por sus inmuebles. A primera vista, esto parece una solución lógica para proteger a los inquilinos de los aumentos desmedidos. Sin embargo, la economía nos enseña que las intervenciones en los precios suelen tener consecuencias no deseadas, especialmente en mercados tan complejos como el inmobiliario.
En el caso de la Condesa y la Roma, la regulación de rentas podría desincentivar la inversión en vivienda. Los propietarios, al no poder obtener un retorno competitivo por sus inmuebles, podrían optar por no dar mantenimiento a sus propiedades o incluso retirarlas del mercado. Esto reduciría la oferta de vivienda disponible, agravando el problema que se busca solucionar.
El mercado inmobiliario funciona, como cualquier otro mercado, bajo las leyes de oferta y demanda. En las colonias Condesa y Roma, la demanda de vivienda ha crecido exponencialmente debido a su atractivo cultural, su ubicación céntrica y su conexión con el resto de la ciudad. Sin embargo, la oferta no ha crecido al mismo ritmo, en parte debido a restricciones urbanísticas y a la falta de incentivos para construir nuevas viviendas.
Al imponer un control de rentas, se corre el riesgo de distorsionar aún más este equilibrio. Los propietarios podrían preferir mantener sus propiedades vacías o destinarlas a otros usos, como oficinas o alquileres temporales a través de plataformas digitales. Esto reduciría aún más la oferta de vivienda, generando un mercado negro de alquileres o desplazando la presión de la demanda a otras zonas de la ciudad.
La experiencia internacional ofrece lecciones valiosas sobre los efectos de la regulación de rentas. Ciudades como Nueva York, Berlín y San Francisco han implementado controles similares, y los resultados han sido mixtos en el mejor de los casos. En Nueva York, por ejemplo, los controles de renta han llevado a una disminución en la calidad de las viviendas y a un mercado paralelo donde los inquilinos pagan "bajo la mesa" para asegurar un contrato.
En Berlín, una reciente regulación que limitaba los precios de renta fue declarada inconstitucional, pero no antes de generar una caída en la construcción de nuevas viviendas y un aumento en la escasez de inmuebles disponibles. Estas experiencias demuestran que, aunque la intención de proteger a los inquilinos es loable, las consecuencias económicas pueden ser devastadoras.
En la propia ciudad de México, existe todavía una regulación de la primera mitad del siglo pasado conocida como ¨De Rentas Congeladas¨, que lo único que logró fue reducir la cantidad y calidad de espacios en renta, al grado que muchos propietarios decidieron que era mejor que sus inmuebles se arruinaran, a dar mantenimiento a rentas que hoy representan el pago mensual de un peso por un departamento.
En lugar de imponer controles de renta, es crucial abordar las causas estructurales del problema. Una solución más efectiva sería fomentar la construcción de vivienda accesible en estas colonias y en otras zonas de la ciudad. Esto podría lograrse mediante incentivos fiscales para desarrolladores, la simplificación de trámites para nuevos proyectos y la promoción de modelos de vivienda colaborativa.
Además, es fundamental revisar las políticas de uso de suelo para permitir un desarrollo urbano más denso y eficiente. Esto no solo aumentaría la oferta de vivienda, sino que también contribuiría a una ciudad más sostenible y menos dependiente del automóvil.
Por otro lado, se podrían implementar subsidios directos a los inquilinos de bajos ingresos, permitiéndoles competir en el mercado sin distorsionar los precios. Este enfoque, conocido como "subsidios a la demanda", ha demostrado ser más efectivo y menos perjudicial que los controles de renta en varios contextos internacionales.
Finalmente, es importante reconocer que la gentrificación y el aumento de las rentas no son problemas que puedan resolverse únicamente desde el ámbito económico. También es necesario un diálogo social que promueva la inclusión y la diversidad en estas colonias. Esto incluye proteger a los residentes históricos, fomentar la convivencia entre diferentes grupos socioeconómicos y garantizar que el desarrollo urbano beneficie a todos.
Regular las rentas en las colonias Condesa y Roma puede parecer una solución rápida y sencilla, pero las evidencias económicas y las experiencias internacionales sugieren que la decisión de la jefa de gobierno Clara Brugada de regular las rentas en dichas colonias, en lugar de resolver un problema, lo va a hacer más grande. Todas las decisiones populistas que no toman en cuenta la experiencia económica terminan en el fracaso más absoluto. elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex https://josecobian.blogspot.com/2025/07/blog-post_21.html |
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