Por Héctor Raúl Rodríguez
Como veracruzano, nacido en esta hermosa tierra bañada por las aguas del Golfo de México, seguir con atención el acontecer político del estado es parte de nuestra cotidianidad.
Ser veracruzano, por naturaleza, es preguntarse los porqués, los cómo, los para qué de las decisiones políticas que forman parte de nuestra vida pública, para luego parlamentarlo con interlocutores agudos en el parque, en el café o en la plaza pública.
Los veracruzanos somos gente de bien, tolerante, que suele buscar el lado positivo de los otros, pero precisamente por eso, también acostumbrados a percibir lo bueno y lo malo y a percatarse cuándo las cosas no cuadran.
Como veracruzanos, sabemos que no es suficiente con que un gobierno llegue al poder de manera legítima, por la vía democrática y elecciones limpias, si es que éstas no fueron impugnadas o no hubo denuncias por sospechas de manipulación en los comicios.
La prueba de fuego para todo gobierno es legitimarse, acreditarse, en los hechos. Y eso solo se logra en el ejercicio de gobierno, con buenas decisiones, con resultados que demuestran que los servidores públicos actúan o no, con eficacia y eficiencia.
Por eso, como veracruzano, a propósito del Primer Informe de Gobierno de la gobernadora Rocío Nahle García quien, como lo saben los 8.5 millones de veracruzanos – y no debería tomarse como una ofensa - es originaria de Zacatecas, vale la pena hacer un análisis, de los porqués, los cómo y los para qué de la ceremonia que se desarrolló en la Plaza Lerdo, en Xalapa, en medio de rituales indígenas e incienso.
Nahle García pudo haber elegido un recinto cerrado para rendir su Primer Informe, en el Congreso del Estado donde está representada la pluralidad política del pueblo de Veracruz, que es ante quien en última instancia está obligada a rendir cuentas.
En su lugar eligió la plaza pública en el corazón de la capital del estado, siguiendo el ejemplo de su movimiento a nivel nacional que suele usar el zócalo para este tipo de eventos. Lo anterior significa que la gobernadora decidió convertir el Primer Informe de Gobierno, más que en un acto de rendición de cuentas, en un mitin.
Otro tema que dio de qué hablar, aparte del cierre del primer cuadro de la ciudad durante tres días y del acarreo de cientos de veracruzanos que llegaron de varias partes del estado en decenas de autobuses, fue la forma como se distribuyó a los invitados y asistentes, pues en la plaza había sillas platino, diamante, cobre y hasta atrás, encerrados detrás de una valla, el verdadero pueblo, pues cientos de personas estuvieron de pie, sin tener acceso a una silla.
Es decir, Nahle no solo convirtió el Primer Informe en un mitin político, sino que tuvo invitados de primera, de segunda y de tercera.
En su mensaje, el plato fuerte de la gobernadora fue la reducción – casi a la mitad según dijo - de la deuda pública de Veracruz, pero incluso militantes de su propio partido, como el senador Manuel Huerta, han dicho que Nahle debe aclarar el manejo de las cifras que soltó sin rubor, no vaya a ser la de malas y al rato se diga que a “Chuchita la bolsearon”.
Nada dijo la gobernadora del pago de laudos a trabajadores del Estado que, como una consigna política facciosa y sectaria, los gobiernos morenistas se han negado cumplir a lo largo de siete años, confirmando que en Veracruz no hay Estado de Derecho, porque en lugar de cumplir las resoluciones de los tribunales, se les ignora o dilata con argucias de leguleyos en agravio de la justicia laboral. Y justicia que se demora no es justicia.
Lo que queda del Primer Informe de Gobierno es la percepción de que no se cumplió con la oportunidad de rendir cuentas a los veracruzanos.
Por el contrario, la percepción es que el del domingo fue un mitin más donde se derrochó el dinero público en las prioridades del gobierno de Morena, que está claro no son las prioridades de los veracruzanos.
Faltó explicar por qué el retraso en el programa de obras de la Secretaría de Infraestructura y el tremendo subejercicio que prevalece en esa dependencia, mientras las carreteras, los puentes, los hospitales se encuentran en pésimas condiciones. Faltó explicar por qué el sistema de salud de Veracruz - y de todo México-, no es mejor que el de Dinamarca, como lo aseguraron; o por qué continúa la falta de insumos y de medicamentos básicos en las clínicas y farmacias del sector público.
A pesar del Primer Informe, a los veracruzanos les queda la percepción de que el costo de la corrida de taxis en Xalapa no es de 25 pesos la mínima ni de 40 la máxima; que la maestra y taxista de Álamo no falleció de un infarto “les guste o no les guste”; que las inundaciones de Poza Rica y Álamo que dejaron más de 30 personas sin vida no fueron por un “ligero” desbordamiento del río Cazones y Pantepec.
El del domingo fue un primer informe de omisiones, de un gobierno de desatinos. |
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