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                                                XALAPA.-  Luego de que productores de distintas regiones del país denunciaron que los llamados coyotes o intermediarios controlan el mercado de los alimentos, pues imponen precios injustos tanto en la compra como en la venta de los productos, Agustín Corona, licenciado en Agroindustria, señaló que el intermediarismo agrícola sigue siendo uno de los principales obstáculos para el desarrollo del campo mexicano. Esta práctica, que se repite desde hace décadas, provoca que los agricultores pierdan hasta el 60 por ciento de sus ganancias reales y hace que el campo sea cada vez menos rentable. De acuerdo con el experto, el intermediarismo es un problema estructural que afecta a toda la producción agrícola nacional, sin importar el tipo de cultivo o la región. “Los intermediarios son los que deciden cuánto se paga y cuánto se vende. Compran barato, muchas veces por debajo de los costos de producción, y después colocan los productos en el mercado a precios elevados. Es un negocio que beneficia sólo a unos cuantos y perjudica a miles de productores”, aseguró. De acuerdo con Corona, este fenómeno no sólo reduce los ingresos de los campesinos, sino que también repercute en el consumidor final, quien termina pagando precios inflados por productos que deberían ser más accesibles. “El intermediarismo es un eslabón que encarece todo el sistema agroalimentario. El productor gana poco, el intermediario gana mucho y el consumidor paga caro. Es un círculo vicioso que urge romper”, afirmó. El especialista subrayó que este tema ha sido uno de los pendientes más importantes de la actual administración federal, pues a pesar de los programas de apoyo y las políticas de precios de garantía, la figura del intermediario sigue teniendo un peso determinante en la cadena comercial. “El gobierno ha intentado fortalecer la comercialización directa, pero no ha sido suficiente. Los grandes grupos acaparadores siguen operando con libertad y dominan los mercados locales y regionales”, aseguró. En muchos casos, los intermediarios se presentan como facilitadores o compradores seguros para los pequeños productores que no tienen acceso a infraestructura, transporte o canales de venta formales. Sin embargo, en la práctica, estos actores aprovechan la necesidad de los campesinos para imponer precios a su conveniencia. “El productor muchas veces no tiene opción, necesita vender su cosecha rápido para recuperar lo invertido, y el intermediario se aprovecha de eso. Es una relación desigual que perpetúa la pobreza rural”, refirió Corona. El abogado consideró que una de las soluciones más urgentes es fortalecer las cooperativas y los esquemas de comercialización directa, donde los propios productores puedan organizarse para vender sin intermediarios. “Hay ejemplos exitosos en algunos estados donde los campesinos se han agrupado, han creado centros de acopio y han logrado negociar mejores precios. Pero para que eso funcione a nivel nacional, se necesita acompañamiento técnico, financiamiento y voluntad política”, destacó. También propuso impulsar el acceso a la información sobre precios reales de mercado y fomentar la creación de agroindustrias locales que transformen la materia prima en productos con valor agregado. “Mientras el productor sólo venda el producto en bruto, su ganancia será mínima. Si logramos que los agricultores procesen, empaquen y comercialicen sus propios productos, el margen de ganancia será mayor y se reducirá la dependencia de los intermediarios”, aseguró. Por último, Corona destacó que el futuro del campo mexicano depende de una transformación profunda en la forma de comercializar la producción. “No podemos hablar de soberanía alimentaria si los precios los siguen controlando los intermediarios. Es hora de que el productor reciba lo justo por su trabajo y que el consumidor pague un precio razonable. El intermediarismo agrícola es un lastre que debe eliminarse si queremos un campo productivo, justo y sustentable”, concluyó. 
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