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XALAPA.- La autopista México–Veracruz ocupa el tercer lugar nacional en riesgo para el transporte de carga, de acuerdo con Enrique Rustrián Villanueva, consejero de la Asociación Transportista de Carga de la Zona Centro de Veracruz. Refirió que el tramo entre Esperanza y Puebla encabeza las preocupaciones. “Llevamos años pidiendo vigilancia. Cuando aumentan los robos, las autoridades reaccionan, pero al bajar la presión los delincuentes regresan”, señaló Rustrián. Denunció que en esa franja se registran entre tres y cuatro asaltos diarios, sin contar los casos de transporte privado. Los fines de semana, curiosamente, la frecuencia de ataques disminuye. Los asaltantes operan con precisión y velocidad: detienen los camiones, descargan la mercancía y, en muchos casos, abandonan a los conductores en plena carretera. Sin embargo, el saqueo no termina con la pérdida del contenido. En los últimos meses, los delincuentes han comenzado a llevarse las unidades, que alimentan un mercado negro en expansión. En los tramos montañosos de Puebla, los camiones se detienen apenas unos minutos antes de seguir la ruta hacia el Golfo. Para los transportistas, esos minutos pueden definir si llegan a destino o si serán víctimas de un asalto. Según datos de las aseguradoras, los grupos delictivos se roban todo lo que tenga valor de reventa inmediata. Se llevan frijol, azúcar, refrescos, cerveza, televisores, electrodomésticos o paquetería. El dirigente transportista refirió que no solo la carga desaparece; también los vehículos. Antes aparecían las unidades vacías; ahora se pierden por completo. El mercado negro de refacciones y autopartes ha hecho rentable robar incluso camiones sin carga. Las bandas desmantelan motores, llantas y rines para venderlos por separado, una práctica que alimenta redes ilegales más amplias que el simple hurto en carretera. La vigilancia suele reforzarse por periodos cortos, cuando los asaltos escalan. Sin embargo, la falta de presencia constante ha generado un ciclo de impunidad. “Cuando baja la atención oficial, vuelve el riesgo”, lamentan los transportistas. De este modo, el corredor México–Veracruz, clave para el abasto de mercancías hacia el Golfo de México y el centro del país, se ha convertido en una prueba de la fragilidad de la seguridad logística nacional. Cada camión que parte hacia el puerto lo hace con una certeza compartida: en esa carretera, la probabilidad de ser atacado sigue siendo de las más altas de México. Así las cosas.
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