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Xalapa, Ver.- Con tanto rezago como denunciaron antes de asumir funciones, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya deberían ponerse a trabajar, sin embargo, entre fiestas de sanación y legitimización en los que contratan supuestos chamanes o líderes indígenas, siguen en sus fandangos interminables. En ese sentido, la ministra Yasmín Esquivel Mossa, al acudir al estado de Guerrero a la conmemoración del 38º aniversario del Tribunal de Justicia Administrativa (TJA) en esa entidad, dijo que en la nueva Corte no hay cabida para los privilegios de antaño ni para presiones políticas, influencia de grupos de poder o la discrecionalidad en las resoluciones, aun cuando se la pasa de gira, y en la primera sesión, de quince casos sometidos a resolución, solo se abordaron tres. En su discurso Esquivel Mossa señaló que "la reforma al Poder Judicial de la Federación (PJF) tiene el propósito de construir un nuevo modelo de impartición de justicia, un nuevo perfil de las personas juzgadoras, y eso nos compromete a todos, en cualquier tribunal en el que ejerzamos la función jurisdiccional”. Si bien, dijo, la reforma no incide sobre los tribunales de justicia administrativa, sí tiene un impacto en ellos, por lo que llamó a las y los juzgadores a "tener clara la misión y retos para hacer una realidad tangible la nueva concepción de la función de impartir justicia". Esquivel Mossa precisó que los retos que ahora enfrentan los juzgadores responden a una deuda histórica con el pueblo de México, a fin de garantizar el acceso a la justicia como un derecho y no como privilegio de unos cuantos, por ello dijo que se debe "fortalecer los medios alternativos de solución de controversias, promover la justicia itinerante y lograr una justicia que rompa con la corrupción y a impunidad". Para concluir, reiteró que la justicia no puede seguir siendo un espacio de tecnicismos incomprensibles ni de distancias simbólicas; debe convertirse en un proceso vivo y confiable para todas y todos.
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