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XALAPA.- La Arquidiócesis Primada de México externó su necesidad por la salud mental en el clero “sigue siendo un terreno poco explorado, muchas veces envuelto en silencios, autoexigencias y soledad”, afirma. Ante el reciente suicidio del padre Matteo Balzano, quien tenía 35 años y fue encontrado en su residencia parroquial de Cannobio, Italia, perteneciente a la Diócesis de Novara, la Iglesia señala que su muerte deja un vacío en la comunidad que pastoreaba y pone de manifiesto la necesidad de atender a este sector clerical. En el Editorial Desde la Fe indica: “Los sacerdotes también se cansan, se angustian, pueden deprimirse. Y sí, también pueden perder la esperanza”. Al interior del clero, dijo, es importante fortalecer una cultura de fraternidad y apoyo mutuo. Que los sacerdotes se animen a hablar entre ellos, a no disimular el cansancio, a buscar ayuda sin temor al juicio o la incomprensión. Precisa que la vocación sacerdotal no deshumaniza, sino que humaniza aún más, ya que deben “entregarse por entero y cargar con las heridas de muchos” sin dejar de tener las propias. Hablar del cuidado mental de los sacerdotes es una necesidad pastoral y no un tabú, enfatizó. Por ello, exhorta a cuidar su formación intelectual y su testimonio moral, velar por su bienestar espiritual, emocional y psicológico. “Este cuidado no es solo responsabilidad personal: debe ser comunitario, fraterno y estructural [...]. La comunidad debe ofrecerles una conversación, una amistad sincera. Porque un sacerdote sin vínculos reales y sin afectos sanos corre el riesgo de ahogarse en el aislamiento”. El Papa León XIV, en uno de sus primeros mensajes al clero, afirmó: “Quiero subrayar la importancia de la vida espiritual del sacerdote. Tantas veces, cuando necesiten ayuda: busquen un buen acompañante, un director espiritual, un buen confesor. Nadie aquí está solo. Y aunque estén trabajando en la misión más lejana, ¡nunca están solos!”. Dice que cada diócesis, incluida la Arquidiócesis de México, cuenta con personal, instancias y estructuras dedicadas al cuidado de los sacerdotes. Sin embargo, estas no pueden sustituir la responsabilidad personal de cada presbítero en el autocuidado.
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