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XALAPA.- Tras las redadas migratorias prometidas por el presidente Donald Trump y su nueva estrategia de convertirlas en un espectáculo televisado ha dejado al descubierto dos hechos polémicos ante la opinión pública estadounidense: la brutalidad de los agentes del ICE contra los inmigrantes, proporcionalmente mayor cuanto más oscura es la piel de sus víctimas, y la constatación de que la administración republicana no está persiguiendo a criminales, como lo prometió, solo está desalojando y agrediendo a trabajadores. Esto ha hecho refeccionar a los estadounidenses sobre la inmigración, lo cual consideran “algo bueno” para el país, contrario a lo que dice el presidente y sus asesores. Según la última encuesta de Gallup, realizada en junio, aproximadamente 8 de cada 10 estadounidenses, equivalente a un 79 por ciento, dicen que la inmigración es “algo bueno” para el país hoy en día, un aumento con respecto al 64 por ciento del año pasado. Se trata de un porcentaje récord en un cuarto de siglo. Solo alrededor de 2 de cada 10 adultos estadounidenses comparte la propaganda del gobierno de que la inmigración es algo malo en este momento, una disminución con respecto al 32 por ciento del año pasado. El elevadísimo porcentaje de estadounidenses que considera positiva la aportación de la inmigración contrasta con el hecho de que Trump ganó las elecciones de noviembre de 2024 gracias a la campaña antiinmigrante que realizó el candidato republicano. Este desfase se explica en gran parte porque muchos de los que votaron por Trump (especialmente los independientes e indecisos) lo hicieron convencidos de que iba a “limpiar” Estados Unidos de criminales, pero no de inmigrantes que llevan incluso décadas trabajando honradamente para hacer grande la economía nacional y que no tienen antecedentes criminales. La encuesta de la consultora Marist reveló que el 56 por ciento de los estadounidenses (64 por ciento de los independientes) considera que el ICE ha “ido demasiado lejos” en la aplicación de la ley de inmigración, incluso 1 de cada 5 republicanos mostró su disgusto por el uso excesivo de la fuerza.
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