Artesanos entre los más afectados por la pandemia y, para variar, compradores les regatean el precio de las prendas. | ||||
Y es que el impacto de la pandemia también ha alcanzado a ese sector no industrializado que además de las bajas ventas, enfrenta al regateo de quienes quisieran al menor precio una pieza textil única, con bordados irrepetibles que llevan estampado un pedazo de la cultura de cada etnia. | ||||
Sábado 13 de Noviembre de 2021 | ||||
Por: REDACCION GOBERNANTES | ||||
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Y es que el impacto de la pandemia también ha alcanzado a ese sector no industrializado que además de las bajas ventas, enfrenta al regateo de quienes quisieran al menor precio una pieza textil única, con bordados irrepetibles que llevan estampado un pedazo de la cultura de cada etnia. Pero ellos han decidido participar en el Buen Fin en busca de remontar las ventas, y en el Mercado de Artesanía Tradicional que se instaló en Las Atarazanas, del Instituto Veracruzano de Cultura, Carmela Reyes Domínguez, artesana de Tepextitla, municipio de Chicontepec, en la Huasteca Veracruzana, señala las dificultades que enfrenta ese sector. "Ahorita hemos tenido muy baja la venta, casi no hemos tenido visitantes ni hemos vendido. Ayer (viernes) casi no hubo anda; ahorita esperemos en Dios que sí se venda algo. Vendemos nada más cuando nos invitan a las Expo Ferias, ahí en la comunidad casi no. Vendemos en línea a veces, nos hacen pedidos", afirma. Ella es hablante de la lengua náhuatl y explica que no pueden malbaratar sus productos porque cada uno es único, no existen dos exactamente iguales, y su elaboración toma tiempo. "Las grandes son de mil 500 pesos, pero tienen diferentes precios, depende del bordado, de la talla. Hacer y bordar una prenda toma unos tres meses, bien elaborada, porque es sobre la manta y es armado a mano, es todo a mano", señala Carmela. Otra artesana, Irma Pérez Hernández procedente del Totonacapan resalta que han tenido que incursionar en la tecnología para vender en línea y ampliar sus horizontes, pues la pandemia golpeó a los artesanos textiles y tienen que buscar otras posibilidades. Ella es de la comunidad Morgadal Arenal, municipio de Papantla, y explica que un vestido bordado puede alcanzar un precio de mil 500 pesos, aunque hay otros precios, pero muchas personas que regatean no valoran el esfuerzo para lograr cada creación, que no toma un día de trabajo. "Los que regatean son los que nunca han tomado una aguja en sus manos, no saben lo que implica hacer un trabajo, picarse las manos con las agujas, y por eso regatean; o tal vez porque nos ven indefensas, pero ya no, ya no nos dejamos: le damos el valor que merecen nuestras piezas y nuestro trabajo. Son trabajos de calidad y tienen un significado y está llevando parte de la identidad de nosotros", afirma. Orgullosa de sus raíces totonacas, afirma que sigue hablando su lengua materna y que jamás reniega de su cultura ancestral, y eso se refleja en las creaciones de ella y las demás mujeres de su comunidad. Desde Zacualpan, municipio de Ometepec, Guerrero, Fortino Lorenzo Martínez, más conocido como ´la flor amuzga´, explica que los creadores y creadoras no sólo confeccionan las prendas, sino que se van al campo y siembran el algodón que utilizarán para elaborarlas. En su comunidad enclavada en la Costa Chica de Guerrero y con el apoyo del INPI, se realizan piezas que parecen obras de arte, con una explosión de colores y diseños que envuelven a la vista con el colorido de los bordados. No son productos baratos porque lograrlos toma mucho tiempo. Por ejemplo, un huipil multicolor puede costar hasta 18 mil 500 pesos, aunque hay blusones de 8 mil 500 pesos, y mientras hacen esas creaciones no pueden dedicarse a otra cosa. |
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