Pide Arquidiócesis "honrar a nuestros difuntos con buenas acciones”. | ||||
“Es por ello que estos próximos días serán propicios para rememorar tantos y tan bellos momentos con quienes nos llenaron de vida: sus palabras, sus consejos, su sonrisa, su ternura, su fe, su entrega y el amor que nos dispensaron sin medida ni condiciones. Aprovechemos estas fechas para celebrar la vida y honrar a nuestros seres queridos a partir de buenas acciones, a ser ejemplo de unidad en una sociedad que hoy urge de amor, de escucha y diálogo”. | ||||
Domingo 31 de Octubre de 2021 | ||||
Por: La Jornada | ||||
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“Es por ello que estos próximos días serán propicios para rememorar tantos y tan bellos momentos con quienes nos llenaron de vida: sus palabras, sus consejos, su sonrisa, su ternura, su fe, su entrega y el amor que nos dispensaron sin medida ni condiciones. Aprovechemos estas fechas para celebrar la vida y honrar a nuestros seres queridos a partir de buenas acciones, a ser ejemplo de unidad en una sociedad que hoy urge de amor, de escucha y diálogo”. Con motivo del Día de Muertos que se celebra en México, en su editorial del semanario Desde la Fe, “Honremos a nuestros difuntos con buenas acciones”, la Arquidiócesis Primada dijo que sobre la concepción que los cristianos tiene de la muerte, al recordar a todos los que se han ido, en la celebración del próximo 2 de noviembre, día de nuestros fieles difuntos, “no celebramos a la muerte en sí, sino que reafirmamos el triunfo que Cristo nos ha obtenido por su Resurrección y de la cual todos estamos libremente invitados a participar”. Agregó que prácticamente desde que tenemos uso de razón empezamos a ser conscientes de que las cosas y las personas son finitas. “Creyentes o no, vamos constatando que a ningún elemento material le podemos asignar la categoría de eternidad, y nos vamos abriendo así al gran misterio de la vida y de la muerte, del principio y del fin, del alfa y el omega. “Pero a pesar de que somos capaces de comprender intelectualmente esta realidad, nunca estamos completamente preparados para soportarla. Humanamente, el paso de la muerte y su sentido de pérdida de los seres más amados, nos duelen profundamente. Saber que los lazos físicos que nos unían a ellos quedan disueltos para siempre, nos causa una gran tristeza de la que muchas veces no podemos deshacernos solos”. Reiteró que el amor de Cristo ha vencido al mal y por él todos los cristianos “han pasado de la muerte a la vida” (1Jn 3,14). Con la entrega de su vida, Cristo “destruyó la muerte y ha hecho brillar la vida por medio del Evangelio” (2Tim 1,10). Con esa convicción llena de esperanza, experimentamos su consuelo como un suave bálsamo que poco a poco va curando las heridas que nos deja el dolor de la ausencia de la persona amada. Nuestros seres queridos fallecidos han dado ya el paso definitivo y ahora descansan en la paz del Señor. Y mientras nosotros esperamos cruzar por ese mismo umbral, sigamos, a ejemplo de ellos y con nuestras obras de caridad, “acumulando tesoros en el cielo” (Mt 6,20). |
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