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Xalapa, Ver.- Entre los bajos salarios e inflación, el 44.5 por ciento de la población en el norte de Veracruz vive en la llamada pobreza multidimensional. Este dato estadístico, que se traduce en más de 3 millones de personas con ingresos laborales insuficientes, convierte a la región en un objetivo primario para el crimen organizado, una vulnerabilidad exacerbada por la "tragedia vivida" con fenómenos naturales, alerta Oscar Misael Hernández Hernández, especialista en antropología social. Hernández Hernández, investigador del Colegio de la Frontera Norte (Colef) con sede en Matamoros, Tamaulipas, afirma que la desolación económica y social actúa como un imán para las redes delictivas. Su análisis se basa en la experiencia documentada en otras regiones desoladas del país, donde el crimen organizado busca activamente capitalizar la precariedad. El especialista enfatiza qua la lógica criminal es clara: aprovecharse de la necesidad extrema de familias enteras. El riesgo se enfoca en los segmentos más jóvenes de la población. "Es muy posible que el crimen organizado quiera aprovecharse de la necesidad de niños y jóvenes cuyas familias están completamente vulnerables", afirmó Hernández Hernández. El móvil no se limita a la explotación humana; también es una búsqueda de "nuevas alternativas de ingresos". La delincuencia organizada ve la desolación no como una tragedia, sino como una oportunidad de expansión de sus negocios y rutas. Las estrategias de explotación, según el Colef, son multifacéticas: Reclutamiento forzado: se enfocan en la juventud, reclutando a niños y jóvenes en situación de pobreza. Hernández Hernández los describe como "nuevos recursos humanos, recursos desechables en medio de la guerra entre los grupos delictivos". Expansión logística: buscan activamente construir nuevas rutas para el tráfico de drogas y armas, aprovechando zonas geográficas inestables o menos vigiladas. Explotación económica de recursos: detectan potencial en el territorio para actividades ilícitas vinculadas a la ganadería, la explotación forestal y otros mercados con "nichos de explotación en el mundo criminal". La cifra del 44.5 por ciento de pobreza multidimensional, atribuida al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), va más allá de un simple indicador económico. El investigador subraya que esa cifra implica la incapacidad de millones de personas para satisfacer sus necesidades, un fenómeno agravado por los bajos salarios y la inflación actual. El impacto de esta pobreza se siente incluso en la capacidad de las comunidades para enfrentar desastres naturales. En palabras del académico: "Si no te alcanza para la canasta básica, menos te va a alcanzar para construir una buena barda, o para comprar un predio en una zona que no tenga riesgo de inundarse". La pobreza, por lo tanto, multiplica la vulnerabilidad ante fenómenos climáticos y la mala planeación urbana.
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