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XALAPA.- A 18 días de que venza el plazo de cinco años – el próximo 24 de octubre - para que México entregue 2 mil 158 millones de metros cúbicos de agua a Estados Unidos y cumplir con los términos del tratado binacional en la materia, firmado por ambos países en 1944, hasta el pasado 1 de octubre pasado, solo se había enviado el equivalente a 46.4%, por lo que, en cuestión, debe más de la mitad. Ante esa situación, todo parece indicar que esta vez México no podrá cumplir con el acuerdo y, si bien, el tratado contempla que puede recurrir a una prórroga, se reavivarán las tensiones con el vecino país del norte, muy probablemente encabezadas por el presidente Donald Trump, en un conflicto que, si no se toman las medidas necesarias para contener el consumo en ambos lados de la frontera, puede escalar en cualquier momento. De acuerdo con especialistas, la situación de escasez de agua, debido a las consecuencias del cambio climático mundial, así como a la rigidez del tratado binacional y la limitada participación social en la toma de decisiones, ha generado problemas en el cumplimiento de los acuerdos. Además, pese a que México ha aceptado reducciones del volumen de agua que recibe de Estados Unidos, no se ha llegado a un acuerdo para que los agricultores texanos bajen el consumo ni para que disminuya la cantidad de líquido que México debe enviarles año con año a través del río Bravo. La clave es bajar la curva del consumo en ambos países. Aunque el tratado en cuestión ha sido un instrumento clave para gestionar el aprovechamiento y usos del agua de las cuencas de los ríos Colorado, Tijuana y Grande que se convierte en río Bravo, no responde adecuadamente a los retos que afectan la distribución del agua y a la sostenibilidad de ese recurso. Las principales tensiones están en las cuencas del río Colorado y el río Grande-Bravo, las cuales, si bien en su nacimiento están relativamente cerca, están separadas geográficamente y no se relacionan hidráulicamente una con otra. Lo que sí comparten es una situación de estrés hídrico, debido al crecimiento de la demanda urbana y actividad agrícola, así como a las prolongadas sequías registradas durante los últimos años. Tan solo los gráficos del reporte del monitor de sequía del 15 de septiembre pasado muestran que a lo largo de la franja fronteriza, desde Tijuana, hasta Nuevo Laredo, hay áreas de sequía excepcional, extrema, severa y moderada. Alfonso Andrés, Cortez Lara, investigador de El Colegio de la Frontera norte, unidad Mexicali, explicó que el tratado lo que hace es ordenar la distribución del agua de diferentes cuencas hidrológicas de ambos lados de la frontera. El artículo 10 establece que Estados Unidos debe asignar como mínimo 1,850 millones de metros cúbicos de agua al año a México del río Colorado, mientras que México debe entregar a su vecino del norte 431.72 millones de metros cúbicos anualmente en ciclos de cinco años, a través de las presas La Amistad, ubicada, en Coahuila (el 30 de septiembre pasado estaba a 25.1% de llenado) y Falcón, en Tamaulipas (12.3%), en la cuenca del río Grande-Bravo. Eso quiere decir que antes del próximo 24 de octubre, México debió haber entregado 2,158.6 millones de metros cúbicos. De acuerdo con registros de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) del 25 de octubre de 2020, cuando inició el ciclo de entregas actual, al 1 de octubre pasado, México había enviado a Estados Unidos, 1,000.32 millones de metros cúbicos de agua. Eso significa que México debe 53.60% del agua que deberá haber entregado a más tardar el 24 de octubre próximo. En los próximos 21 días debería entregar 1,158.30 millones de metros cúbicos para cumplir. El miércoles pasado, la presidenta Claudia Sheinbaum aseguró que México cumplirá con la entrega del líquido a Estados Unidos. La entrega de agua se debe hacer a través de seis afluentes, principalmente del río Conchos que alimenta la presa La Boquilla que es una fuente de agua para enviar a Texas, Estados Unidos y que hasta la semana pasada tenía un nivel de almacenamiento de 48%. El río Grande nace en las montañas de San Juan, en el sur de Colorado, Estados Unidos, recorre 760 kilómetros al sur, atraviesa Nuevo México, hasta llegar a la frontera con México, donde continúa al sureste, aproximadamente 2,000 kilómetros, sirviendo como frontera entre Texas y Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, hasta desembocar en el Golfo de México.
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