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Xalapa, Ver.-
A nivel global, los gobiernos actuales hablan de que buscar aplicar políticas públicas para que todas las personas tengan igualdad de oportunidades, lo cual es falso, porque éstas no sólo dependen del mérito propio, sino que muchas veces tiene que ver con la buena suerte de cada persona y la familia a la que pertenece, aseveró el filósofo político y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard y Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2018, Michael J. Sandel. Tras dedicar años de estudio sobre la “tiranía del mérito” y ahora, explorar los dilemas éticos de la Inteligencia Artificial, los chatbots y las redes sociales, el también miembro de la Academia estadunidense de las Artes y las Ciencias afirmó que “la parte oscura de la meritocracia es que correo al bien común”, pues le da la oportunidad a los exitosos de “agasajarse de su propio éxito”, pensando en que es un mérito propio aún teniendo las mismas oportunidades, lo cual no es realmente así. En un conservatorio en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Sandel señaló que “la meritocracia aún perfecta nos hace tener una actitud de ver hacia abajo a los menos afortunados”, quienes al mismo tiempo crean un resentimiento y “por eso la meritocracia hace que la solidaridad sea imposible en las sociedades actuales”, alerta. Al hacer reflexionar a los alumnos con una serie de preguntas sobre lo que piensan del bien común y del éxito, el escritor sobre la moralidad en la política y el Liberalismo, subrayó que la meritocracia suele provocar “amnesia” porque hace que se olvide la buena suerte que se ha tenido a lo largo del camino “y nos impulsa a olvidar a aquellos que nos han ayudado a tener estos éxitos como amigos, maestros, e incluso familia y comunidades en las que vivimos”. Entre más creamos que somos autosuficientes, apuntó, más difícil será “vernos en los zapatos de otra persona”. En cambio, aquellos que retienen la gratitud por la buena suerte y el apoyo que han conseguido tienen mayor probabilidad de ser más empáticos con otras personas. Así, concluyó que la humildad es importante para crecer como personas y entonces necesitamos cultivarla como una virtud cívica por el bien común, porque es la esencia de la gratitud, aunque lamentó que no esté presente en la sociedad actual.
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