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XALAPA.- La crisis de vivienda no sólo afecta el patrimonio de los jóvenes, también impacta en la movilidad social y en la cohesión familiar. Las rentas elevadas, la falta de seguridad social y el encarecimiento de los créditos hipotecarios hacen que cada vez más mexicanos renuncien a comprar una vivienda. México encabeza, junto con Chile y España, los países donde hay una mayor preocupación por encontrar y mantener una vivienda, según una encuesta levantada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Más allá del dato general, esta presión se dispara entre la población más joven, sobre todo en un territorio donde uno de cada tres habitantes tiene entre 15 y 35 años, de acuerdo con el último censo de población. "El encarecimiento de la vivienda está presionando las relaciones entre generaciones, ya que este tema preocupa a las personas más jóvenes que aún no han logrado acceder al mercado inmobiliario, incluso más que a sus padres", dice Marta Doroszczyk, integrante del equipo de Finanzas y Desarrollo del Fondo Monetario Internacional (FMI), en un número de la revista del organismo dedicado a los problemas vinculados con el acceso a un techo. En México, casi ocho de cada 10 personas entre los 18 y 29 años se dijo preocupada por hallar y mantener una vivienda adecuada. Esa proporción es ligeramente menor entre quienes tienen entre 30 y 54 años y se cuela por debajo de 60 por ciento para la población de entre 55 y 64 años, de acuerdo con la encuesta Riesgos que Importan, levantada por la OCDE en 2022 y cuya actualización para el año pasado no se ha publicado con ese grado de detalle. Parte de estas presiones se asocian a la capacidad de compra de cada país. Hasta 2021, que el FMI actualizó su monitoreo, México era el décimoquinto país con el costo de vivienda más alto por sobre el ingreso, sólo detrás de República Checa, Nueva Zelanda, Portugal, Países Bajos, Luxemburgo, Islandia, Alemania, Canadá, Hungría, República Eslovaca, Austria, Estados Unidos, Letonia y España. Hay una brecha generacional, pero también un mercado inmobiliario que se ha disparado de la mano de los efectos dominó que dejó la pandemia de coronavirus. "La pandemia y el posterior regreso de la inflación desencadenaron la peor crisis de asequibilidad de la vivienda del mundo en más de una década (...) ésta es menos asequible hoy que durante la burbuja inmobiliaria que precedió a la crisis financiera mundial de 2007-2008", apunta Deniz Igan, jefe de la División de Estudios Económicos Mundiales del FMI, en una publicación que el organismo dedicó al tema.
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