El precio de la electricidad en España, y en Europa, sigue desbocado. Las cifras en el mercado mayorista ya son de escándalo, que ni siquiera se preveían en el escenario más pesimista sobre el comportamiento del sector. Este jueves se alcanzó un nuevo récord histórico, el tercero en lo que va de mes, al situarse en 288, 53 euros por megavatio hora (MWh), lo que significa alrededor de un 500 por ciento más que su precio en el 2018, cuando asumió el poder el actual gobierno, del socialista Pedro Sánchez. |
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AP.
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Madrid.- El precio de la electricidad en España, y en Europa, sigue desbocado. Las cifras en el mercado mayorista ya son de escándalo, que ni siquiera se preveían en el escenario más pesimista sobre el comportamiento del sector. Este jueves se alcanzó un nuevo récord histórico, el tercero en lo que va de mes, al situarse en 288, 53 euros por megavatio hora (MWh), lo que significa alrededor de un 500 por ciento más que su precio en el 2018, cuando asumió el poder el actual gobierno, del socialista Pedro Sánchez.
Hace tres años, antes de que asumiera el poder la coalición del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos (UP), ambos partidos enarbolaron la bandera de la lucha contra la “pobreza energética” y centraron una gran parte de su campaña en denunciar los precios de la electricidad, que entonces se situaban en unos 60 euros el MWh. Esa tarifa ya suponía un fuerte incremento con respecto al comportamiento del mercado en los últimos años, que rara vez superaba los 40 euros MWh.
Sin embargo, en los últimos tres años, pero sobre en el último semestre, se ha registrado una espiral inédita en el precio de la electricidad, que no han podido mitigar las medidas aprobadas por el gobierno español para reducir los costos de los precios en la sociedad en general, y en el pequeño y mediano comercio en particular. Lejos de que se moderen los precios, ha ocurrido justo lo contrario: la espiral no para de crecer, la tarifa se sitúa cada tres o cuatro días en máximos históricos y eso finalmente va provocando una sangría económica en la población, sobre todo en los sectores más desfavorecidos. Ya sea por el incremento en la factura de la electricidad o por el incremento en el precio de la vida, ya que el precio de la electricidad ha contribuido al incremento de la inflación de hasta un 4 por ciento interanual, lo que supone la subida más alta de los últimos diez años.
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