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.- Pese a los cientos de miles de millones de pesos destinados cada año al sistema educativo nacional, durante los últimos tres sexenios, en el período de 2000 a 2018, México se ha mantenido en los puntajes más bajos en lectura, matemáticas y ciencias, entre los países evaluados. Es decir, pese a las cifras multimillonarias destinadas a la educación, las políticas públicas educativas de los gobiernos foxista, calderonista y peñista no lograron generar desarrollo de conocimientos y habilidades para los estudiantes mexicanos. De acuerdo con la agrupación Mexicanos Primero, en su análisis del Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA 2018, que evaluó las áreas de lectura, matemáticas y ciencias, aunque su enfoque fue especialmente en lectura, México se ubicó en el lugar 54 de 77 países evaluados; en el lugar 61 de 78 en matemáticas y en el lugar 57 de 76 en ciencias, es decir, entre los últimos de la lista. Los resultados del Informe PISA 2018 (publicados en 2019) revelaron que durante el periodo que va de 2000 a 2018 México siguió manteniendo los mismos puntajes en las citadas áreas, pues en el año 2000 el puntaje para el área de lectura fue de 422 puntos y para 2018, de 420; en matemáticas en el 2000 obtuvo 387 puntos y en 2018, 409, mientras que en ciencia en el 2000 alcanzó 422 puntos y para 2018, 419. En ese sentido, a 18 años de distancia de la aplicación de PISA en México, Mexicanos Primero señaló que casi la mitad de los estudiantes mexicanos mayores de 15 años se encuentran en el nivel más bajo en ciencias (46.8 por ciento de estudiantes) y lectura (44.7 por ciento), y más de la mitad en matemáticas (56.3 por ciento de estudiantes). Por lo anterior, la agrupación afirmó que a nivel nacional no se han podido registrar avances reales en materia educativa. Por sexo, las mujeres han mostrado ligeramente mejores resultados que los hombres. Sin embargo, sólo 3 de cada 10 jóvenes de las familias más pobres están logrando aprendizajes suficientes en lectura, además, reveló que nuestro sistema educativo sigue siendo doblemente excluyente. Ante tal panorama, la agrupación planteó siete propuestas para subir los bajos porcentajes en dichas áreas de aprendizaje. Esto es, evaluaciones periódicas y con representatividad estatal que permitan diseñar e implementar políticas equitativas e incluyentes basadas en evidencia que llegue a las escuelas y a las aulas; identificar barreras para el aprendizaje y la participación y focalizar esfuerzos para eliminarlas; impulsar la continuidad de aquellas políticas y prácticas que sí promueven el desarrollo integral de las niñas, niños y jóvenes; retroalimentar a las comunidades escolares para mejorar la toma de decisiones al interior de las escuelas; invertir más y mejor en: fortalecimiento de la formación inicial y continua de los docentes; desarrollo integral de la primera infancia; fortalecimiento del diseño e implementación curricular e implementación de sistemas de acompañamiento a las escuelas. De igual forma, identificar áreas prioritarias de atención para emprender una transformación profunda en el Sistema Educativo Nacional y así promover una educación incluyente para todas y todos. Y, por último, desarrollar políticas pertinentes para incluir a aquellos que están fuera y los que están en riesgo de estar fuera del sistema educativo.
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