Existe una conseja popular que poco asimilamos, sentencia: “Cuídate de quien te halaga” el daño que causa no entender esta corta frase, ha llevado al fracaso a imperios que fueron destruidos por causa de cortesanos expertos en prodigar halagos a los soberanos, por supuesto los halagadores causan el mal en su intento de mantener cómoda posición junto al halagado, la relación debe ser abominable, pero se da sin que el halagado se de cuenta. Drama Nacional, todos los partidos políticos se hicieron Morenos.
Es el halago un virus universal que no tiene ni tendrá vacuna, el único medio para atenuar sus desastrosos efectos, es la refractaria actitud que debe adoptar el personaje halagado, que a priori entienda que será pasto del halago, tanto como rechace los halagos, tanto o aun más podrá tener soberanía sobre sus acciones, el debilitamiento de la resistencia al halago, va en detrimento de su integridad para tomar decisiones, pues queda a merced del peligroso halagador.
Viendo el catálogo de personajes con mando, políticos o empresarios, encontrarán a su alrededor los virulentos halagadores, no son gente estúpida, son hábiles y hasta inteligentes para influir en el ánimo y decisiones del funcionario de quien desean aprovecharse halagándolo; el cortejo principia sirviéndole en forma lacayuna, ya en posición de útiles sus servicios a la presa, inician su tarea aceptando sin chistar toda orden o insinuación del que manda, las ordenes, además de ser obedecidas se acompañan con una frase de aprobación e inicio del halago virulento, por ejemplo: “Magnifica decisión, le felicito y aplaudo su genialidad”.
El halago llega a niveles increíbles, continuo aplauso, frases de elogio por insignificantes actos del halagado, es conocida la actitud servil de algunos halagadores y anecdóticamente se relata el caso del jefe que pregunta la hora y el halagador responde “La que Ud. mande señor. No hay límite, llega a tal grado la labor destructiva del halago que los halagadores, hombre o mujer, hacen sentir al halagado que es una persona hermosa, atractiva, irresistible y con gran magnetismo sexual.
Lo que pasa con algunos gobernantes, es que tan pronto llegan al rango superior, son presa de los halagadores, los gobernados pagamos las consecuencias de que el funcionario caiga en las redes de los halagadores, nada puede hacerse, pues la vacuna contra el halago no se ha inventado, más grave, el fenómeno no depende de la formación profesional ni estatura moral de quienes intervienen en la relación, simplemente todos somos proclives a halagar o dejar que nos halaguen, es cualidad de los humanos.
El catálogo de instrumentos de halago es infinito, uno de los mas comunes es decirle al halagado que todo lo que hace lo hace a la perfección, no debe aceptar críticas de quienes le envidian por su prodigioso actuar, llega el halagado a sentir que es una isla rodeado de pendejos por todas partes, menos por una, por arriba, pues solo Dios le entiende y casi le iguala. Está y estamos perdidos. Nos preguntamos los mexicanos ¿Soportará el halago Andrés Manuel Lopez Obrador?, o caerá en la trampa puesta por el mismo, lo amoroso no siempre comulga con lo Gobernante. ¡AGUAS! Septiembre 6 del 2018 lmwolf@prodigy.net.mx Luis Martínez Wolf |
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