Nada más grave que un criminal peligroso acorralado, reacciona con violencia perdiendo toda dimensión en la coherencia de sus actos, su lucha es a morir y da la batalla contra todo lo que siente le amenaza. La decisión tomada por algunos de nuestros altos funcionarios, EPN entre otros al principio de su gestión, fue aplaudida, el procedimiento no tanto, un principio que debe observar cualquier ser humano, sobre todo un gobernante es “No amenaces con palabras a quien a quien vas a atacar con hechos”
Lo que pasa en muchos Estados de la República se le ha calificado con simpleza denominándolo “efecto cucaracha”, la delincuencia perseguida en una región huye hacia otras áreas donde siente tiene menos peligro, igual que las cucarachas ante un incendio, huyen hacia sitios donde no hay fuego, se tranquiliza una zona y entra otra en conflicto, pues la delincuencia hace lo que bien tiene practicado, cometer actos al margen de la ley, roba, secuestra, asesina y crea el caos intimidando a los ciudadanos locales, involucrados o no con la delincuencia, todos quedamos en peligro.
En Veracruz estamos sufriendo el efecto cucaracha, nuestros delincuentes, que la llevaban tranquila en componendas con las propias autoridades, se involucran con los prófugos de otras regiones de mayor nivel en las acciones delictuosas, la autoridad civil local pierde control y reacciona pidiendo el apoyo del Gobierno Federal y de las Fuerzas Militares, complicadísima situación, por que al intervenir fuerzas no conocedoras de la región, alborotan más de la cuenta el gallinero y se dan las balaceras y crímenes que antes no padecíamos.
La ciudadanía está azorada, siente que las autoridades no responden al nivel que debieran actuar ante la ola de violencia que se ha desatado en toda la República, se culpa en principio a EPN y en Veracruz a MYL por sus acciones contra el crimen, craso error de apreciación, ambos al igual que otros Gobernadores respondieron a un clamor popular que demandaba parar al crimen organizado, el problema que enfrentamos los mexicanos es que los cárteles estaban mejor preparados y armados que las autoridades responsables de combatir el crimen, peor aún, habían permeado los más altos estratos de gobierno, recibiendo apoyo de quienes debían ser responsables de combatirlos. Lo que hoy pasa es consecuencia de muchos años de permisividad o complicidad de las autoridades.
La ciudadanía debe ser preparada por nuestras autoridades, evitar que la desesperación de los empresarios les lleve a la autodefensa, formando escuadrones de la muerte. Contra el actual crimen organizado no queda más que confiar en las autoridades, exigiéndoles se preparen y actúen contra una delincuencia que será más agresiva por estar acorralada. La intervención de las fuerzas militares, Ejercito y Armada, es anticonstitucional, pero el estado de excepción que vivimos, justifica la intervención de los militares ¡AGUAS!
Agosto 20 del 2018 lmwolf@prodigy.net.mx Luís Martínez Wolf |
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