Uriel Flores Aguayo
Algo de fugaz y leve tiene nuestra conversación pública. Es polarizada. Deja espacio reducido para una tercer opción más allá de estar a favor o en contra de algo. Creo que no es novedoso, siempre fue así. Estar en medio es el peor de los mundos: hay que insistir más, explicar más, estudiar más, ser pacientes y mantener una actitud constructiva sobre todas las cosas. Es mucho más fácil no cuestionar nada y dedicarse a esparcir las versiones que refuercen en lo que uno cree y ya. En materia de diálogos y debates públicos imperan más los segundos y se vuelven una guerra de propaganda. Hay conformismo y distancia con lo que suene a teoría, argumentos y algo que parezca intelectual. Se opta por un discurso limitado y simple, pobre y retórico, de niveles demagógicos y fácil para eludir argumentar y el convencimiento. Predominan narrativas huecas y despóticas. Cuando no se habla con claridad y con un lenguaje apropiado, se están difundiendo humo y mentiras. Ha funcionado históricamente en México el rollo, la palabrería y los tonos altisonantes que se han vuelto cultura política. No distinguen de colores y es obviamente una herencia del viejo PRI. Es un discurso vigente y adoptado por casi todos donde se habla mucho, pero se dice poco; es un homenaje a los eufemismos y, en el extremo, a “ Cantinflas”. El caso es que vivimos en la polarización política y social, con escasa tolerancia y un creciente y peligroso díscurso de odio. Es mucho más fácil y efectivo atacar al contrario aunque se diluya la tolerancia. Algunas carreras políticas destacadas se han construido sobre bases de vulgaridad y ciertos rasgos de primitivismo. La insolencia y el decoro se vuelven decorativos y muy redituables para algún tipo de políticos. Los nuevos aprenden eso y lo usan alegremente sin saber qué es la pluralidad y la tolerancia. Piensan que la descalificación es natural y que deben aplastar al adversario, a quien ven como enemigo. No es fácil, por tanto, tender puentes de diálogo, abrir espacios de tolerancia y reivindicar la comunicación inteligente. Cada uno, como ciudadano, muchos más como sociedad civil organizada, como parte de espacios de estudios, como colaboradores de medios de comunicación, en ámbitos sociales varios, debemos contribuir con voces libres, críticas y constructivas para nuestra vida pública con una deliberación positiva y un juego democrático.
Recadito : el papel de las autoridades de Tránsito define al gobierno. |
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