Murió una leyenda del periodismo televisivo, Larry King, a sus 87 años, víctima del Covid, que ha matado más gente que algunas guerras juntas. Su obituario lo anunciaba así: 8 bodas, 7 esposas, 5 hijos y un legado de 140 millones de dólares. Larry, durante 25 años en la CNN escudriñaba y entrevistaba cinco noches a la semana, de lunes a viernes, a jeques árabes, presidentes, golfos, estrellas como Sinatra o Lady Gaga, y hasta refugiados. No hubo quien no visitó ese panel del entrevistador, donde eran millones a diario quienes le veían. Cuentan quienes le conocían, que Larry King fingía ser tonto y se hacía cómo el desentendido, cuando algo preguntaba, pero era más listo que Kamalucas, un filósofo de mi pueblo. Por ejemplo, a Elizabeth Taylor (leído en Milenio) en 1993 le preguntó de su marido, Richard Burton, si siempre estaba bajo de ella en los roles, y ella, encabronada respondió: ‘Eso es una mierda. Creo que lo hizo bastante bien’. Tuvo a Sinatra, entrevistas que ahora se pueden ver en Youtube, quien en su última aparición en ese estudio, juraba por su madre que aún tenía pánico escénico. Marlon Brando, quien le dijo un día al aire que Hollywood estaba dirigido por los judíos, y las televisoras, dueñas de ellos, temblaron. Brando era ya conocido por su activismo cuando en la entrega del Oscar, envió a una indígena a recogerlo a su nombre, una Pocahontas. Y Lady Gaga, quien le imitó pues llegó vestida con los tirantes típicos de Larry. Ella le dijo, de entrada: “¿debo llamarte Larry King o Rey King?”. Su vida a través de las entrevistas. Valen la pena ver una que otra. Cuando O.J. Simpson estaba en el ojo de los crímenes, después de ser absuelto, Larry dijo, quizá como aquel Julio Scherer: “Si el Diablo me da una entrevista voy al infierno”. Larry: “Si tuviéramos a Dios reservado para una entrevista y O.J. estuviera disponible, moveríamos a Dios”, declaró Larry King el 5 de octubre de 1995. Interesantes.
EL VIOLINISTA DE MADERO
Recorriendo la peatonal y orizabeña calle Madero, vi, como luego aparece por ahí, al violinista que no está en el tejado, como aquella gran cinta hollywoodesca. Con su carcaj o funda de violín al suelo, y una caja que parece sonido, con su boina baturra, muy a la española, sus jeans y su camiseta y sus tenis, tocaba Michelle por unas propinas, aquella inolvidable canción de Los Beatles, de Lennon y McCartney y mientras la oía, esa frase de: “Michelle, ma belle”, Michelle, mi bella, me acordé de dos cosas, la primera cuando vi una vieja película de Jaime Foxx y Robert Downing Jr., cuando el periodista descubre a un violinista callejero tocando maravillosamente y sucede que era un estudiante venido a menos, alumno destacado de la prestigiada escuela Juilliard Scholl, el conservatorio de artes situado en Nueva York en el Lincoln Center, que tiene la tasa más baja de estudiantes aceptados, superior a Harvard Y Yale, o sea, estudian puros iluminados. Buena cinta. También me acordé, al escuchar Michelle, que en el libro de Barack Obama, cuando Paul McCartney va un día invitado a la Casa Blanca, con su grupo, a las espaldas el retrato de George Washington, le toca a la Primera Dama esa canción muy suya, ella enrojeció al lado de sus hijas y del presidente. Obama le dijo a Michelle: “Jamás hubieras pensado que cuando esta canción se compuso, en los años 65.s, un día te la estuviera tocando quién la hizo”. Y era nada menos que Paul McCartney. (Se puede ver el video en Youtube)
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