Ante la falta de un trabajo serio, responsable y con buenos resultados, para los más de siete millones de veracruzanos, ese tal Juan Javier recurre a lo corriente, a lo sin gracias cuando menos.
Como vio que el hijo de Atanasio agarro su machete, en buen sentido no sean mal pensados, él mostro sus nalgas. Sí, así como o leyó “el Carón” no se midió. Lo corriente le volvió a brotar de manera natural por los poros.
El ahora prospero constructor y también presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Veracruz, solo deja ver su falta de oficio político, su novatez.
De ese tamaño se conducen nuestros representantes populares locales, de ese tamaño es la gente que se encarga de legislar a favor de la sociedad veracruzana y así, con todo ese cinismo, ambiciona la alcaldía de Coatzacoalcos, por favor.
“El Carón”, también tiene lo suyo.
La famita de que goza en el sur de la entidad no es nada buena.
Los hechos allí están, las menciones así lo señalan.
Quizá al tal Gómez Cazarín le suene el nombre de Cándido Ríos, tal vez, en lo más profundo de su mentecita, ese nombre le diga algo, le traiga algunos recuerdos.
Pero con el poder que ostenta y pensando que la geografía veracruzana le fue endosada, júrelo que nada le preocupa, se conduce como virrey, como sultán y, claro, como un Don Juan.
Juan Javier está viviendo sus mejores épocas, el hijo de Atanasio le ha permitido ubicarse en los cuernos de la luna, de eso no cabe duda.
Aun cuando lo resultados legislativos han sido magros y los reveces, producto de sus alocadas acciones, ya se los están dando, el hijo de Atanasio lo cobija, valiéndole madre todo lo sigue alcahueteando.
Al no haber oficio político las glorias presentes difícilmente las podrá volver a vivir, el poder se acaba, los resentimientos quedan, perduran, eso no tiene vuelta de hoja.
Gómez Cazarín no será otra cosa que un político fugaz, flor de un día.
Que ha sabido llevar agua a su molino, de eso ni duda cabe. Allí si ha mostrado sagacidad.
Seguramente ya se dio cuenta que no tiene futuro político, por ello su ambición desmedida para tejer redes, para controlar a los alcaldes y así allegarse recursos.
Los que le rodean señalan que Juan Javier es el poder tras el trono en el municipio de Actopan, allí quien manda es él, en su amorfa persona recaen la toma las grandes decisiones, ya que el alcalde, un tal Eduardo Carranza, no es otra cosa que un florero de pasillo.
En Jamapa, al igual que en Mixtla de Altamirano su control es total, solo su palabra vale.
En otra media docena de ayuntamientos, se dice, también tiene una fuerte ascendencia, los alcaldes lo ven como su Tlatoani.
Estos son los tiempos de Gómez Cazarín, esta es su época, no habrá otra, es ahora o nunca.
El hijo de Atanasio, ese ni lata le da, al contrario, lo complace en todo y le consecuenta aún más.
Por cierto, entre este siniestro personaje y el primo de Miguel Ángel Yunes Linares, un tal Héctor Yunes Landa, se desató una batalla de dimes y diretes. Ambos personajes no tienen nada que ofrecerles a los veracruzanos, los dos son gandules, atravesados, sobrados y corruptos. Ni a cuál irle, por eso no se pueden ni ver, porque son igualitos.
Par de payasos.
Quizá el enojo de Héctor es que “El Carón” salió más hábil que él, fácilmente lo vino a bajar del trono.
El oriundo de Hueyapan de Ocampo, aprendió rápido, no le ocupó ni la cuarta parte del peregrinar político que lleva Yunes Landa, para hacer fortuna. Es mañoso.
Tiene razón el choleño, eso sí encabrona.
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