El 4 de marzo de 1929, hace 90 años, se fundó el Partido Nacional Revolucionario (PNR), con el propósito inherente de consolidar en México el tránsito de un país de caudillos, de “hombres fuertes”, a otro bajo el imperio de las leyes y las instituciones; ese experimento resultó exitoso porque cerró una etapa cruenta de nuestra historia y dio oportunidad de pacificar al país. Si el 4 de marzo es fecha histórica para el priismo, razones hay de sobra, pero no es exacta la referencia de noventa años de priismo, sencillamente porque el PRI nació en enero de 1946, es decir hace 73 años, más añoso es el PAN, que nació en 1939.
En el PNR confluyeron diversas fuerzas políticas de todo el país, en su seno se dirimieron acres diferencias políticas que dieron paso al nuevo pensamiento inspirado en los principios de la Revolución Mexicana, un tránsito importante porque dio margen al nacimiento de instituciones que vertebraron el desarrollo económico, político y social del México posrevolucionario. A medida que se fue consolidando el nuevo Sistema Político se buscó fecha de su nacimiento y qué mejor que escriturar el 4 de marzo de 1929 para inocular en la conciencia social la idea de que las nuevas instituciones, la construcción de infraestructura rural y urbana, el ejido, la expropiación petrolera, el Instituto Politécnico, la UNAM, etc., eran obra del nuevo régimen, de los gobiernos “emanados de la Revolución” y de esa manera idealizar al Partido Revolucionario Institucional como el hacedor de esa transformación. Es cierto, sus antecesores, el Partido Nacional Revolucionario (PNR 1929-1938) y el Partido de la Revolución Mexicana (PRM 1938-1946) constituyen la raíz del Sistema de Partidos nacionales; fueron, sí, parte de un proceso, pero no significa que hayan sido lo mismo, sino encadenamientos importantes de una evolución política en cuyo decurso el PRI y sus dos antecesores canalizaron las sucesiones políticas del México del siglo XX por la vía pacífica.
Calles creó al Partido Nacional Revolucionario (PNR), que postuló a dos presidentes: Pascual Ortiz Rubio y Lázaro Cárdenas, quien, a su vez, fundó al Partido de la Revolución Mexicana en 1938, que
postuló al general Manuel Ávila Camacho en 1940, quien, para no quedarse atrás, creó al PRI, heredero de la estructura corporativista de su inmediato antecesor, aunque por instrucciones del presidente Ávila Camacho desapareció al Sector Militar de sus filas que había sido incorporado por Cárdenas al PRM. El primer candidato del PRI a la presidencia de la república fue Miguel Alemán Valdez (1946-1952), de allí hasta el 2000 sus siglas ondearon exitosamente en todo México, hasta la alternancia en el 2000, cuando el PAN y el acomodaticio PVEM, llevaron a Fox a Los Pinos.
No obstante, el PRI mantenía un poder territorial considerable, 20 gobiernos estatales respaldaban su estructura electoral. Con ese inventario, en 2006 pudo haber regresado a la presidencia, pero sus divisiones internas lo impidieron, ocasionando la tremenda derrota de su candidato, Roberto Madrazo frente al PAN, que postuló a Felipe Calderón. En las elecciones federales de 2009, intermedias del presidente Calderón, el PRI demostró capacidad de recuperación y logró 241 diputados federales, tenía 21 gobernadores y el 61% de alcaldías del país. Una vigorosa estrategia de unificación en sus filas internas llevó al PRI nuevamente a la presidencia en 2012.
El lamentable desempeño de Peña Nieto en la presidencia y un sinfín de gobernadores estigmatizados con el mote de corruptos y la impunidad que los protegió fueron enorme fardo transferido al PRI, la desigualdad social y más de 50 millones de mexicanos viviendo en condiciones de pobreza conformaron el caldo de cultivo para que un nuevo partido, MORENA, con un avezado actor oposicionista, aprovechara el enojo ciudadano y el hartazgo social para derrotar a sus oponentes electorales, una victoria tan contundente que produjo el efecto de un cataclismo al dejar seriamente dañadas las estructuras del PRI, que quedó en estado catatónico, del PRD en vías de extinción y del PAN somnoliento aún.
Deprime referir las pírricas cifras del resultado electoral priista en 2018: su candidato presidencial solo obtuvo el 13% de la votación emitida, no ganó en ninguno de los 300 Distritos electorales y en ninguna entidad federativa, se fue al tercer lugar; en 9 elecciones para gobernador no ganó una sola, pero perdió Jalisco y Yucatán, aunque en esta última ganó una formula al senado, la única en todo
el territorio nacional. De 300 solo ganó 15 Distritos electorales y no hace mayoría en 29 legislaturas locales. En la primera fuerza electoral del país, el Estado de México, ya no gobierna los municipios más importantes y no tiene mayoría en el Congreso local.
El PRI pudo levantarse tras la derrota del 2000 por las circunstancias arriba apuntadas, ¿podrá reeditar su resurrección en sus actuales condiciones? Si acaso hubiere recuperación no sería inmediata, pues ahora el PRI solo tiene 12 gobernadores (Campeche, Coahuila, Colima, Guerrero, Hidalgo, Estado de México, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas), 14 senadores, 47 diputados federales, 550 presidentes municipales, un alcalde de la Ciudad de México y 184 diputados locales. Formalmente tiene más gobernadores que otros partidos, pero no se le concede oportunidad de ganar en las elecciones de gobernador en Baja California y en Puebla de este año. Será crucial 2021, cuando estarán en juego ocho de las entidades que actualmente gobierna, pero con poca probabilidad de conservarlas. En 2022, habrá relevos en Oaxaca e Hidalgo y en 2023 el Estado de México y Coahuila no hay mucho optimismo de por medio.
Varios factores confluyen para el pesimismo, entre otros, la hiperactividad de López Obrador, la elevada simpatía que la población le confiere, y la implementación de programas sociales con fuerte tufo clientelar que su gobierno implementa hacen presumir otra victoria electoral de Morena para 2024. Esto, según la fotografía de hoy, pero falta mucho trecho para entonces.
¡Vivir para contarlo! alfredobielmav@hotmail.com
8- m4r20-2019 |
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