Las abuelitas dirían que el horno no está para los bollos. Sucede que en las benditas o malditas redes sociales, según el cristal con que se mire, a la titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Rosario Piedra, un par de mujeres le tomaron esa Comisión y cuando un par de días después le encontraron en el refrigerador, debidamente congelados, unos sendos y buenos trozos de carne fina, de primera, de exportación, como se estilaba en los viejos tiempos de los neoliberales, que había comedores y chef de librea, pero ahora no se podía, porque llegaron los de la 4T y no solo llegaron bailando cha-cha-chá, llegaron con la propaganda que ellos no eran iguales. Pues ya se vio que sí son iguales. Y eso originó que un par de senadores pidieran su renuncia de la dichosa señora que, cuando le tomaron esa Comisión, salió por piernas y no le dio tiempo de llevarse los bifes de chorizo y las suculentas viandas de ese refrigerador que era, como en los tiempos de Lozoya en Pemex, impresionantiiii. Caras vemos y corazones no sabemos. Esos senadores no le pidieron que los invitara a cenar (¿Sabes quién viene a cenar?), pidieron que se vaya de una vez por todas. Veremos, diría Kamalucas, un filósofo de mi pueblo. Por lo pronto, el Preciso en la mañanera ya la defendió, o sea que se queda.
ESOS HEROES ANONIMOS
Cuando la pandemia comenzó a llegar, cuando el maldito virus chino, como le llama Trump, asoló a los países europeos y vimos que España, Alemania, Italia y Francia con Inglaterra desplegaban sus batallones de sanidad para ir a luchar contra este demonio del mal, mientras que en México lo minimizábamos y entre los López: Gatell y AMLO decían que era un simple catarrito, que no pasaba de una cosa como el dengue o la influenza. El mundo les demostró que era una calamidad lo que llegaba y hoy nos impactamos con más de 60 mil muertes, aunque algunos aseguran son el triple, o sea más de 180 mil. Por doquier vemos esquelas en facebooks y diarios de gente que ha muerto por Covid, no todos, pero si los suficientes. Vimos escenas que comenzaron a impactarnos, cuando en España los Bomberos y la Guardia Civil llegaron frente a un hospital y con sus sirenas y ulular de alarmas, se detuvieron frente a médicos y enfermeras y camilleros para rendirles el primer homenaje que se les brindaba a la gente del sector salud. Aún no caían con sus vidas, aún sobrevivían, luego más tarde comenzaron a infectarse y a morir y a morir, dejando desolados a sus madres y padres y a sus hijos y a algunos nietos. Eran los héroes de la humanidad, esa misma escena se vio en Nueva York y en París y en Francia el presidente rindió el primer homenaje de un jefe de estado y gobierno a esos luchadores incansables. Han enlutado muchos hogares, en Veracruz son muchas muertes dolorosas. El Obispo Eduardo Cervantes Merino (diario El Buen Tono), a nombre de la Iglesia declaró que “El gobierno no supo manejar la pandemia, para nadie es ajeno que la contingencia ha sido mal llevada, ha sido mal tratada”. Y algo había de eso. Ayer domingo, en la orizabeña Calle Real, una caravana de 45 automóviles del Classic Club Nogales, que dirige Alan Mijail García, recorrieron esa calle emblemática, yo los vi detenidos en el Polifórum Mier y Pesado, pero antes habían pasado por el Hospital Covid del IMSS, donde tantos médicos y enfermeras y camilleros y un radiólogo, dieron su vida por salvar la de otros. La escena fue emocionante, tocaban sus cláxones y en pancartas los llamaban los nuevos héroes. El personal médico (El Mundo de Orizaba), desde atrás de los cristales debidamente protegidos, saludaba hasta la calle. La escena me recordó aquella de Madrid, donde los vecinos lloraban cuando vieron a Bomberos y Fuerzas del orden dar las gracias y un reconocimiento a estos nuevos héroes. Benditos sean.
www.gilbertohaazdiez.com
|
|