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Xalapa, Ver.-
Debido al cierre definitivo del ingenio El Carmen, en la congregación de Cuautlapan, municipio de Ixtaczoquitlán, hace casi un año, cientos de obreros y empleados no sindicalizados fueron despedidos sin liquidación. Muchos con más de 20 años de antigüedad hoy subsisten con empleos temporales o han emigrado a otras ciudades. Comercios, talleres, fondas y transportistas de la zona también resintieron el golpe, pues su actividad dependía del movimiento económico que generaba la molienda. Los pasivos de El Carmen superarían los 150 millones de pesos, entre pagos pendientes a productores, sueldos, prestaciones laborales y proveedores. Y a pesar de las solicitudes de ayuda que los afectados han hecho a autoridades estatales y federales la situación permanece sin resolverse. Por lo anterior, la incertidumbre y la desesperación persisten entre cientos de familias que dependían de esta factoría. Hasta el momento, ni los productores de caña ni los obreros sindicalizados ni el personal no sindicalizado han recibido el pago que la empresa les adeuda desde el cese de operaciones en diciembre del año pasado. Esta factoría, considerada durante décadas uno de los pilares económicos en la región de las Altas Montañas, suspendió actividades tras conflictos financieros y administrativos que derivaron en adeudos millonarios con proveedores, cañeros y trabajadores. Desde entonces, las instalaciones hoy lucen abandonadas. Los más afectados han sido los productores que surtían a la fábrica, quienes no han recibido el pago de la última zafra. Muchos tienen problemas para solventar los créditos adquiridos ante instituciones financieras y casas comerciales que les proveían insumos y fertilizantes. Algunos incluso han tenido que vender o hipotecar parte de sus parcelas para sobrevivir. “Nos prometieron que los pagos llegarían en semanas, pero ya va casi un año y seguimos igual. Nadie da la cara. Ni la empresa ni las autoridades. Estamos desesperados”, lamentó uno de los afectados. El impacto social del cierre ha sido devastador. Hasta el momento, ni hay garantía de la reactivación del ingenio ni del pago de adeudos. El Sindicato de Trabajadores de la Industria Azucarera ha señalado que de no atenderse el conflicto se corre el riesgo de perder uno de los bastiones históricos de la agroindustria en la región. El cierre del ingenio ha tenido consecuencias en la vida comunitaria. La falta de empleo ha incrementado los niveles de pobreza en Cuautlapan y sus alrededores, mientras que las nuevas generaciones ven con desánimo la posibilidad de continuar con la tradición cañera. “El ingenio era el corazón de Cuautlapan. Aquí trabajaban nuestros padres y abuelos. Hoy todo está detenido y lo peor es que nadie nos dice qué va a pasar”, lamentó una habitante de la comunidad.
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