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XALAPA.- Con motivo de la 107 Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, la iglesia católica señala que hasta ahora nadie, ni los organismos internacionales han atendido las causas que llevan a las personas a salir de sus países. Advierte sobre el riesgo que representan los nacionalismos exacerbados que cierran fronteras y levantan muros; vuelve violentos a los seres humanos en contra de los migrantes y puede ser el principio de una guerra que nadie quiere. El obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, Francisco Javier Acero Pérez, lamenta que a escala global estemos frente a una “erupción de racismo y odio que aumentan las políticas migratorias discriminatorias”. Al mismo tiempo “aumentan las amenazas a quienes los acogen”. Esas políticas y conductas causan expulsiones y levanta muros tangibles e intangibles. Durante la homilía dominical en la Basílica de Guadalupe, el religioso señala que todo lleva a que se rompa la fraternidad y a las personas que han decidido salir de sus lugares de origen, los orilla a confiar en quienes ofrecen rutas peligrosas que los hacen más vulnerables. Mientras que dice el mensaje de la Virgen es que “debemos llegar a todos, cuidarlos, evitar la indiferencia y que protejamos al prójimo”. El obispo Acero Pérez dice, es momento de pedir perdón y de reconciliarnos como nación. Enseguida, señala: “el perdón no viene de fuera, ni por email, ni en cartas. El perdón y la reconciliación viene desde el corazón. Es hora de reconciliarnos”.
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