De Veracruz al mundo
Desde 1960 los libros de texto gratuito ya enfrentaban críticas por ser comunistas, y en 1960 no los hubo para quinto y sexto año .
Domingo 17 de Septiembre de 2023
Por: REDACCION GOBERNANTES
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XALAPA.- El libro de texto gratuito ha sido un tema complicado allende el tiempo. Y es que en el discurso de los gobiernos posrevolucionarios, equivalía a cumplir la promesa de la educación gratuita; si había materiales de estudio, nadie tendría por qué abandonar la primaria. En la primavera de 1961, el presidente de la Conaliteg, Martín Luis Guzmán, tenía ya contenidos para producirlos, pero en algo se había equivocado: juzgó que su prestigio como uno de los decanos de la prensa mexicana y haber incluido a los directores de los grandes periódicos de la capital en un “comité de representantes de la opinión pública”, que debería conocer y apoyar los trabajos de la comisión, eran suficientes para “blindar” la naciente política pública. Como lo vio en 1959 y 1960, la mayor parte de las impugnaciones al libro único y obligatorio de la SEP, se habían ventilado en la prensa de la época. Asumido el error de cálculo cambió de posición: lo pertinente era contestar fuerte y claro a quienes persistieran en descalificar los libros. Además, Guzmán tenía mucho más tiempo; no estaba presionado por la creación de contenidos, ni la urgencia de tener los libros para satisfacer la demanda de los calendarios “A” (que iniciaba en enero) y “B” (que iniciaba en septiembre). Tenía mayor margen para responder si alguien volvía a atacar los libros. Además, parecía que no había novedades en el discurso de los enemigos de los textos. En 1960 se llegó a afirmar que los libros “estaban mal escritos”. Para integrantes de la Academia Mexicana de la Lengua, como eran el presidente de la Conaliteg y el titular de la SEP, aquello sí debió ser un insulto de esos que dolían de verdad. Antes de imprimir, en 1960, ellos, personalmente, se habían sentado, lápiz en mano a revisar originales. Pero en febrero de 1962 las cosas se complicaron con rapidez. En Monterrey, 150 mil personas salieron a la calle a manifestarse contra el libro de texto gratuito. El escándalo se reavivó. Las pancartas decían: “México sí, comunismo no”, “No al libro de texto obligatorio”. En 1960, las autoridades habían preferido eludir la confrontación directa, dos años más tarde respondieron fuerte: el secretario Jaime Torres Bodet defendió los libros. “Contienen”, afirmó, “una educación cívica, práctica y funcional en la que se toman en cuenta los intereses y los valores auténticos de México”. La batalla frontal la dio Guzmán fuera de su posición de funcionario público. Hace sus indagaciones. Averigua que la gran manifestación regiomontana fue auspiciada por el gran capital neoleonés, líderes católicos locales y —una vez más— la Unión Nacional de Padres de Familia, de pocas ideas, pero fijas, y que cree, una vez más, que ha llegado su oportunidad de ganar. Ese núcleo conservador cree que tiene todas las de ganar. Ese mismo año logran derribar de la rectoría de la Universidad Autónoma de Nuevo León al periodista y maestro José Alvarado. Martín Luis Guzmán decide pelear duro, y lo hace desde su propia plataforma, el semanario Tiempo, que en 1962 es una publicación que forma parte del debate público: publica en portada los retratos de los grandes empresarios regiomontanos y los dirigentes del catolicismo en la entidad. Los culpa, en una larga crónica de la manifestación, de lo que llama “ofensiva reaccionaria y clerical”; asegura que la manifestación de febrero fue pagada por ellos, quienes también han financiado abundantes desplegados contra los libros. Como remate, les asesta un aguijonazo con la publicación de un llamativo recuadro, que alude a la moral católica que se desprende de los diez mandamientos: Quien diga que TIEMPO es un periódico comunista, miente. Si el clero católico de México o algunos de sus ministros dicen que Tiempo es un periódico comunista, mienten. Además, faltan así al 8º. mandamiento de su propia ley. De Monterrey llega la respuesta: Tiempo sufre un notorio boicot publicitario. El gobierno interviene de manera discreta; es un modo de agradecer al que se juega su patrimonio de años, defendiendo los libros de texto. Se pagan inserciones de transcripciones de discursos oficiales en la revista. El gesto le dio aire a Guzmán para seguir la pelea. Entre otras medidas, ofreció nada menos que 500 suscripciones a Tiempo, gratuitas, exclusivamente para maestros de escuela, para que estén enterados de la defensa del libro de texto. Al mismo tiempo, envía a sus asesores pedagógicos a discutir con los inconformes de Monterrey. El informe que entregaron los asesores a Guzmán, y que hoy está en el archivo del escritor, narra una situación alucinante, un diálogo de sordos: otra vez sale a relucir la portada del comunista Siqueiros; se insiste que el libro único afecta el clima plural que se tenía con la disponibilidad de los textos de editoriales varias. El diálogo fracasa porque, una vez más, los críticos no se han tomado la molestia de leer los libros. Con mala fe periodística, Guzmán resume la situación: “El pueblo de México está al tanto del movimiento encabezado por los llamados Grupo Industrial de Monterrey y Unión Nacional de Padres de Familia contra la educación nacional, tomando como primer blanco de sus baterías los libros de texto gratuitos. Sus armas principales han sido la manifestación pagada de febrero, en Monterrey; las protestas elevadas por asociaciones fantasmas de padres de familia, y las inserciones en los periódicos”. Luego solicita a sus asesores pedagógicos un reporte sobre la calidad de los libros editados por la iniciativa privada: el análisis detecta fallas de redacción, de puntuación, y de una educación poco racionalista. Una nota del profesor René Avilés señala la existencia de una lectura que comienza diciendo: “Eran los tiempos en que los hombres hablaban con las plantas…” con una chispa algo sanguinaria, Avilés acota: “La lectura afirma cosas inexistentes. Las plantas jamás han hablado…”. En 1962 se multiplican las defensas del libro de texto gratuito; en las cámaras legislativas, desde diferentes oficinas de la SEP y desde el sindicato de maestros; el presidente López Mateos, en su informe de ese año, critica a los que “han tratado de desorientar a los mexicanos”. Aparentemente, los argumentos sobados y las acusaciones de comunismo se fueron desdibujando. Una parte de las polémicas por los libros de texto gratuito en este 2023 muestran que hay sectores y agrupaciones como la Unión Nacional de Padres de Familia, que parecen no haberse dado cuenta del paso del tiempo y de las transformaciones del país.

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