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XALAPA.- Al año se registran 8 mil 876 hijos de “niñas madres”, es decir, menores de 14 años, mientras que el embarazo de adolescentes, de 15 a 19 años, suman 373 mil 661 al año, esto es, más de mil al día anota la secretaria general del Consejo Nacional de Población (Conapo), Gabriela Rodríguez, al presentar la Estrategia Nacional de Prevención del Embarazo en Adolescentes. Estas cifras, enfatiza Gabriela Rodríguez, “son inadmisibles”, sobre si se toma en cuenta que en la Ciudad de México nacen 48 hijos de madres menores de edad por cada 100 mil habitantes, y que en Coahuila se incrementen a 100, lo que es equiparable a África Subsahariana; “se tiene que reducir a ocho o cuatro nacimientos. Las adolescentes no tienen que estar cuidando hijos en la segunda década de su vida”, puntualiza. Señala que las tasas de embarazo de adolescentes son diversas a lo largo y ancho del país, varían en un rango que va de 48 a 100 nacimientos por cada mil. Coahuila, Chiapas y Nayarit presentan las cifras más altas en contraste con la Ciudad de México, Querétaro y Yucatán. Pero “mucho más grave” considera que en México se registran 8 mil 876 hijos de madres menores de 14 años, aunque esa cifra no es la final, porque hay un subregistro de los mismos. Revela que este fenómeno de las niñas madres, aunque se encuentra en todo el país, las entidades con este problema más serio son Coahuila, Chiapas, Tabasco y Guerrero. Este fenómeno está vinculado a los matrimonios arreglados y a la violencia sexual. Se calcula que 98 por ciento de las niñas madres tienen entre 13 y 14 años, “pero ninguna de ellas tendría que cuidar niños antes de cumplir 20 años”, puntualiza. Por su parte Alejandro Encinas Rodríguez, Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, afirma que los nuevos fenómenos asociados al embarazo infantil y juvenil surgen en un contexto de violencia que se incorpora a la vida cotidiana en hogares, escuelas y centros de trabajo. Recalca que una prioridad del gobierno de México es atender los derechos sexuales y reproductivos de niñas, niños, adolescentes y jóvenes y, sobre todo, visibilizar los problemas de violencia sexual en las zonas rurales, en las que se incrementó el número de denuncias; lo que exige cambios legales en las comunidades con usos y costumbres. Sostiene que nadie tiene derecho a decidir en asuntos que competen a la vida de niñas y adolescentes, así como el desarrollo de su personalidad.
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