Bien reza la máxima popular que chango viejo no aprende maromas nuevas y eso es, precisamente, lo que el pasado día primero de diciembre le sucedió al tabasqueño.
Lo priista ya lo trae en la sangre, lo tricolor es parte de su ADN político.
Claro que sí.
A la pura vieja usanza priista, el dueño de “La Chingada” dio la orden de atiborrar de acarreados el Zócalo capitalino. La consigna era saciar su ego, esa voracidad por cultivar su personalidad que tanto lo azorrilla.
¿O acaso habrá algún ingenuo que le cree eso de que todos fueron por su propia voluntad? por favor.
Nada de eso.
De entrada, se habla que fueron de más de 200 mil chairos los que llenaron tan memorable explanada, todos ellos bajo la consigna de vitorear a su patrón y Mesías.
Sí, entregarse en cuerpo y alma o de lo contrario el desempleo seria la consecuencia.
Lo del pasado miércoles fue más de lo mismo, los asistentes pudieron escuchar un idéntico discurso, las mismas frases cargadas de quimeras y como siempre puro cinismo, solo locuacidad.
Gracias a esta concentración, en breve, serán más de las familias enlutadas por el COVID -19.
Lo cierto es que a tres años de tan incuestionable triunfo las cosas no marchan como se esperaba.
El dueño de “La Chingada” resulto ser un excelente candidato, pero un deplorable presidente.
A treinta y seis meses de que asumió la Presidencia solo desgracias existen para millones de mexicanos, las políticas públicas se han visto frustradas y el desarrollo económico es imperceptible, paupérrimo, diríamos.
Los que le rodean no han sido capaces de expresarle que cada día es más abultado el rechazo que carga sobre su enclenque espinazo, consecuencia de los pésimos resultados de su gobierno, lo mismo en materia económica como en laboral, educativa y de seguridad. Lo anterior sin mencionar la tan acentuada crisis de desabasto de medicamentos y lo colapsado que se encuentra en estos momentos el sector salud.
Sobra reiterar que la violencia e inseguridad en todo el territorio mexicano es galopante, en todos lados está presente y a millones de familias mexicanas las tiene en plena angustia, viven en medio de una colmada incertidumbre. Escenarios que sólo los chairos, no quieren ver.
La miopía los invade y la idolatría hacia su Tlatoani es inquebrantable.
Felicidades.
Los avaneces en materia educativa son magros, la propuesta para dicho sector es imprecisa, discordante y de mezquino beneficio. En los casi dos años que llevamos de pandemia el sistema educativo mexicano ha colapsado, las insuficiencias son constantes y el perjuicio al alumnado es monumental.
Delfina Gómez Álvarez, a nivel nacional y el bailarín exótico a nivel estatal, han decepcionado. Han defraudado a los niños y a los jóvenes.
Lo cierto es que tan memorable fecha y tan impar acarreo solo sirvieron para encumbrar el ego del dueño de “La Chingada”.
Por cierto, no se espante si en breve, en las oficinas de gobierno, se da un inclemente brote de COVID, ya que, al asistir la empleomanía a tan relevante muchedumbre, y ante la inevitable presencia de una cuarta ola, el riesgo de contagio fue mayúsculo. Eso es irresponsabilidad, no chingaderas.
Los únicos que se salvaran de un contagio son aquellos que llevaron, en la cartera, sus estampitas
Provecho.
SINDICO ELECTO DE ACTOPAN.
Sin lugar a dudas que Roberto Utrera Carreto habrá de trabajar en favor de su comarca.
Sus paisanos están ciertos de ese alto sentido de responsabilidad que le caracteriza, saben de su don de gente y de ese gran amor que le tiene a la tierra que lo vio nacer.
Roberto es un auténtico líder visionario, con una actitud positiva, actúa con determinación, tiene pasión por lo que hace y, por si lo anterior fuera poco, quienes le conocen aseguran que es creativo e innovador.
Por lo anterior mejores tiempos le esperan a la capital mundial del Mango Manila.
Bien. |
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