HA PASADO un año y nueve días desde que cayó el régimen priista –de Enrique Peña Nieto-, y siete meses nueve días de gobierno del Movimiento de Regeneración Nacional –con Andrés Manuel López Obrador a la cabeza- y, sospechosamente, hasta ahora se atreve el nefasto Javier Duarte de Ochoa a denunciar que fue “extorsionado” por funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto para entregarse en el 2017 a cambio de que no molestaran a su familia (su esposa enfrenta un proceso judicial en un juzgado del fuero común por recursos desaparecidos en su gestión como Presidenta del DIF Estatal), y lo peor, que el propio Presidente Peña le entregó el dinero para que lo diera a su vez al, entonces, Procurador General de la República, Alberto Elías Beltrán a fin de que le cambiara los delitos de delincuencia organizada por asociación delictuosa y le impusieran una sentencia de nueve años de prisión y multa por más de 50 mil pesos. O sea, Peña pagó, por conducto de la defensa de Duarte a su empleado el, entonces, titular de la PGR, solo porque traía remordimientos de conciencia por haber llevado a prisión a un sujeto que la mayoría de los veracruzanos deseaban ver tras las rejas por tantos latrocinios cometidos, y que han quedado demostrados a través del tiempo, y otros que no fueron denunciados pero que, sin embargo, son agravios que se pagan de una u otra forma. Javier Duarte se presenta como “blanca paloma”, quiere dejar la prisión para alcanzar a su mujercita en el reino unido y gastarse los miles de millones de pesos que se robó o defraudó a los gobernados, y solo falta que pida indemnización, por lo que sería cínico de parte de la administración de MoReNa –aunque no sorpresivo- si le conceden la libertad, por lo que ojalá la Fiscalía General del Estado tenga listos los expedientes para volverlo a detener y traerlo a Pacho Viejo a fin de que pague sus culpas, salvo que otro nefasto, en este caso Edel Álvarez Peña ordene a alguno de sus tantos jueces a modo que deseche cualquier carpeta en su contra, pues ambos son campeones de la ingratitud.
AUN SE recuerda cuando el 28 de Septiembre del año pasado, la Cámara Baja llamó a comparecer al encargado de despacho de la Procuraduría General de la República (PGR), Alberto Elías Beltrán para que explicara las razones de la ridícula sentencia dictada al exgobernador veracruzano. Esa vez el diputado panista Jesús Guzmán Avilés presentó un punto de acuerdo con carácter urgente por el que se llamó a Elías Beltrán para que compareciera ante un grupo “plural” de diputados tras la resolución del caso del exgobernador. “Hoy nos preocupa mucho la actuación errática de la PGR en la integración del expediente y el seguimiento del caso”, indicó el legislador veracruzano, y también el priista Héctor Yunes Landa, primo hermano del, entonces, Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares (y a quien Duarte entregó en campaña una caña para que fuera a pescar peces gordos al Encero, donde vive su pariente-, indicó en aquel entonces que pese a que se le dictó sentencia al exgobernador veracruzano, no fue una sanción ejemplar, ya que “la sentencia dictada resultó en una burla a los veracruzanos y lo peor: un incentivo nacional al saqueo”. En aquella ocasión, el pleno del Senado aprobó un punto de acuerdo que exhortaba a la PGR y a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) a solicitar a Guatemala ejecutar la orden de aprehensión en contra de Duarte por el delito de desaparición forzada, y al acuerdo se le adicionó el llamado para que ambas dependencias aceleraran el proceso de extradición de Karime Macías, esposa del exgobernador. Indira Rosales San Román recordó a los legisladores y al Gobierno de Guatemala que el delito de desaparición forzada por el que se acusa a Duarte de Ochoa está considerado de lesa humanidad, y actualmente está en suspenso en tanto no se ejecute la orden de aprehensión.
FUE TANTO el escándalo engendrado por la ridícula sentencia, que la directora de Causa en Común, María Elena Morera confió en que la pena contra Duarte fuera apelada “y se haga justicia al pueblo de Veracruz”, pues dejo en claro que la justicia tiene que servir y ser igual para todos, “no nos podemos explicar que personas que han cometido delitos mucho menos graves estén en prisión por muchos más años”. La presión fue tal, que el subprocurador Especializado en Investigación de Delitos Federales, Felipe de Jesús Muñoz Vázquez, puso en claro que a pesar de que la sentencia contra el exgobernador Javier Duarte era mínima, la Procuraduría General de la República (PGR) continuaba las investigaciones, ya que existían varias carpetas aún en proceso, entre ellas, contra su esposa Karime Macías –lo que desmentía a Duarte de Ochoa que ahora sostiene que soborno al ex Procurador Alberto Elías Beltrán con dinero de Peña Nieto para que se dejara de molestar a su esposa, cuando la propia PGR emitió una ficha roja a fin de que Interpol la localizara, detuviera y extraditara, lo que no fue posible gracias a un rápido amparo de la ex primera dama y la consecuente protección de Reino Unido, instancia a la que convenció de ser una perseguida política-.
LA PGR de Elías Beltrán aclararía que aun cuando ya se dio la sentencia por los delitos de lavado de dinero y asociación delictuosa, la carpeta de investigación sigue abierta, porque existen órdenes de aprehensión contra algunos de los excolaboradores de Duarte de Ochoa. “La PGR no está satisfecha nunca en estos casos, sobre todo con la sentencia, pero la ley manda y no puede ser a tono, y la procuraduría se tiene que apegar a lo que la ley ordena y acogerse a la misma”, y aunque dijo que tras la sentencia a nueve años de prisión, el exgobernador podría tener un beneficio, quizá en los próximos cuatro años, pero aclaró que eso dependerá del Poder Judicial.
COMO FUERA, resulta extraño que Duarte sea revivido ahora que ha sido llevado a prisión Juan Collado, abogado de Enrique Peña Nieto y de Carlos Romero; cuando el ex Presidente ha dicho entre líneas que acaso se quede a vivir en España un largo tramo como en los viejos tiempos, cuando el mandatario en turno expulsaba del País al antecesor. En ese tenor, no es fortuito que Duarte sea sacado como los perros con rabia para que ataque enloquecido a los que creen que se hicieron daño, aunque lo más razonable es que se mordiera así mismo ya que no hay más culpables de su desgracia que el mismo, alucinado por una riqueza fantasiosa que nunca tuvo y que acumuló a base de artimañas, en otras el saqueo de los dineros públicos; amigos que le fingían afecto y mujeres compradas con dinero de los veracruzanos. El suma, el obeso ex mandatario, el apestosito, como le decían en el colegio perdió el piso, y ahora busca cobrar los favores a la cuarta transformación, de tal suerte que si no le hacen caso, es capaz de despepitar todo en contra de Cuitláhuac García Jiménez y aquellas visitas subrepticias a la, entonces, casa de Gobierno. Así las cosas. OPINA carjesus30@hotmail.com
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