LA CRISIS de migrantes centroamericanos nos está haciendo ver, por enésima ocasión, como una sociedad doble cara, esto es, que por una parte defiende el ingreso ilegal de miles de indocumentados a territorio nacional y, por la otra, ninguna conmiseración le despiertan los cientos de extranjeros que ya deambulan por calles y avenidas de las principales ciudades del Estado y el País, recurriendo a la caridad para vivir. Porque son cientos, miles de migrantes apostados en cruceros o diversos sitios con sus hijitos en brazos, extendiendo la mano para recibir ayuda humanitaria y son escasos, poquísimos los que si dignan a darles algún dinero o alimento, y ya no se diga de los de a pie que incluso evitan pasar junto a ellos, y uno se pregunta: ¿Por qué ahora que casi 5 mil hondureños desean ingresar ilegalmente al País, casi todos –incluidos aquellos que les detestan- levantan la voz para que les permitan ingresar y se les de ayuda humanitaria, si a los que ya tenemos nadie o pocos les apoyan, muy a pesar de los cuadros lastimosos que presentan? Es indiscutible que los hondureños huyen de la amenaza de pandillas que asolan a aquella Nación, de la pobreza, violencia y constantes atropellos, pero es prudente recordar a quienes ahora se desgarran las vestiduras que lo mismo ocurre en México y nadie, localmente, dice nada, y que permitir a esas personas ingresar a territorio nacional en las condiciones en que pretenden solo sería ponerlos en peligro, a merced del crimen organizado o común, como ha sucedido con tantos mexicanos desprotegidos y en situación de mayor vulnerabilidad.
ES INDISCUTIBLE que alguien está moviendo la cuna en este tema que se antoja universal, pero que busca en el espectro latinoamericano o centroamericano poner contra la pared a los gobiernos de la región ante un Donald Trump vengativo y amenazador que advierte quitar respaldo a los Países que consientan la migración multitudinaria. No es un tema fortuito, porque migración hay todos los días en pequeños grupos de cien o más personas, pero la marcha de miles, se habla de cinco mil o más, no es algo que se les hubiera ocurrido a quienes luchan por la subsistencia. Alguien los organizó y acaso buscaba meter en un brete al gobierno estadounidense de Donald Trump en vísperas de elecciones aunque, como fuera, México quedó en medio de esa lucha ya que para llegar a los Estados Unidos se requiere atravesar el territorio nacional.
NO FALTA razón a quienes sostienen que las políticas anti migratorias de Donald Trump han fomentado la estadía, casi permanente, de ciudadanos centroamericanos en Entidades que antaño eran de paso y hoy, para muchos, es su destino, entre otros Tabasco, Chiapas y Veracruz. Las estadísticas del Instituto Nacional de Migración advierten que diariamente se internan por territorios tabasqueño y chiapaneco entre 800 y mil indocumentados, esto es, alrededor de 30 mil al mes, mientras que las cifras de aseguramiento mensual apenas llegan a representar el diez por ciento de ese total, es decir, de 3 mil a 4 mil personas. Tan solo en los primeros dos meses de 2018, el INM reportó a través de su página de transparencia que detuvo a 2 mil 291 centroamericanos en Tabasco contra un número de casi 30 mil que cruzaron la frontera sur, y al hacer un comparativo con los 1 mil 700 que fueron asegurados en el primer bimestre de 2017, significa que hubo un repunte de más del 10 por ciento. Esa Entidad, por lo tanto, se ubica en el tercer sitio en cuanto a cifras de aseguramientos, después de Chiapas y Veracruz, siendo naciones de origen de migrantes: Honduras, Guatemala, Belice, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, Ecuador y Haití, aunque también hay chinos y cubanos entre otros.
EL FUTURO Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador les ha ofrecido visas de empleo y ocupación, y muchos ya le tomaron la palabra sin reparar en que las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en el segundo trimestre del año, refieren que la población desocupada del País era de 1.9 millones de mexicanos, esto es, 3.3 por ciento de la población económicamente activa, mientras que la población subocupada, la que tiene disponibilidad de ofertar más tiempo de trabajo llegó a 3.8 millones, y de no ser por la informalidad que ocupa a 30.5 millones de personas o al 56.6 por ciento de la población económicamente activa pero, también a las remesas que al cierre del año alcanzarán los 33 mil millones de dólares, México sería un infierno tan similar a Venezuela o Nicaragua, o incluso a Honduras, de donde se desprenden los ahora migrantes en marcha rumbo a Estados Unidos, pero que estarían dispuestos a quedarse en México. En suma, México no ha cubierto al cien por ciento su demanda de empleo, pero lejos de ofrecer Andrés Manuel esos espacios a nacionales, en un acto de populismo y humanismo mal entendido, lo da a los extranjeros.
Y ES que no se explica la oferta de “generar oportunidades de trabajo en México a migrantes provenientes de Centroamérica”, como si en el País estuvieran cubiertas esas necesidades, lo que le convertiría en candil de la calle y oscuridad de su casa. Porque lo dijo y muy claro: “a partir del primero de diciembre vamos a ofrecer empleo a migrantes, ese es un plan que tenemos, que el que quiera trabajar en nuestro país va a tener apoyo, va a tener una visa de trabajo”, como si aquí abundaran las fuentes ocupacionales, más aún con los recortes que están realizando diversas instancias ante el plan de austeridad que propone.
LO CURIOSO, insistimos, es que ya tenemos inundado de migrantes el territorio nacional, y no en pocas ocasiones bandas capturadas en la capital del País son de colombianos, venezolanos o de otras nacionalidades que ingresaron ilegalmente al País para cometer desmanes. No estamos diciendo que los migrantes sean delincuentes, por el contrario, son gente a quienes la pobreza y el abandono oficial han obligado a dejar sus patrias para buscar mejores alternativas de vida, aunque habría que recordarles a muchos que por esos malos gobiernos votaron. Por ello es urgente una política de retención de quienes desean abandonar sus países de origen en busca de un sueño americano en el que encuentran muchas veces la muerte, al ser víctimas de polleros abusivos, de la delincuencia que los secuestra y obliga a trabajar para ellos o, simplemente, víctimas de extorsiones. Por ello alguien debe exigir a los gobiernos que promueven con sus acciones la migración, que es momento de asumir responsabilidades, ya que México no es culpable de las malas acciones que realizan, aun cuando connacionales, “solo por joder”, como dicen los españoles, culpen al gobierno de Peña hasta por tratar de atajar una multitudinaria migración ilegal que amenaza inundar al País. Por cierto, no sería malo que los caritativos que atacan al régimen y defienden a los migrantes, adoptaran a una familia extranjera de esas mientras se resuelve su destino. Así de simple…OPINA carjesus30@hotmail.com
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