Hace ya algunos años, más de 30, se presentó en Veracruz un barco extranjero de nombre “La Esperanza”. El barco tenía autorización o negocio formal con el gobierno mexicano por intervención de la Secretaría de Marina, Armada de México, en esos años bajo el mando del Almirante Miguel Ángel Gómez Ortega. La justificación para otorgar permiso de exploración cultural subacuática se presentaba como acto cultural, mediantes modernos sistemas de investigación se revelaría el misterio de viejas embarcaciones hundidas en las aguas próximas a Veracuz.
En tiempos de la Colonia o Virreinato, durante casi 400 años arribaron o trataron de arribar al Puerto de Veracruz más de 1,500 embarcaciones impulsadas a vela, no existían en esos tiempos los modernos sistemas de navegación y situación de los barcos con los que hoy contamos. Lo difícil de navegaren aguas veracruzanas causó que muchos barcos dieran contra los arrecifes hundiéndose, tanto o más peligroso eran las alteraciones meteorológicas con vientos fuertes, galernas durante aproximadamente 150 días al año los siniestros marítimos eran cosa ordinaria. Sin mayor exageración se considera la pérdida de más de 300 barcos.
Hablé del arribo, pero igual peligro presentaba el zarpe y navegación de los barcos a plena carga con valiosa mercancía, oro, plata, reliquias indígenas, pieles,…etc.
El barco “La Esperanza” declaró venir en condiciones de rescatar reliquias arqueológicas y oro. Para ello su personal y equipo de buceo era de primera categoría para realizar su actividad científica y cultural.
Inició operaciones y la sociedad civil se indignó, el barco venía equipado con moderno y potente sistema de arrastre. Barrenó el fondo recuperando los restos de pecios, oro y otros valores, pero todo destruido por acción del amontonamiento en los equipos de arrastre.
Hoy aparecen nuevos científicos. Con ayuda del INAH rescatarán valiosos pecios y ORO. El asunto es mercantil, aleatoriamente cultural.
Hace 30 años México no tenía los científicos y técnicos de buceo que hoy tenemos, ente ello, no requerimos vejigas para nadar. Si el INAH no sabe cómo hacerlo, que decline su función en manos expertas mexicanas. ¡AGUAS!
Agoto 1 del 2018 lmwolf@prodigy.net.mx Luis Martínez Wolf |
|