NO ES reduciendo prerrogativas hasta en 50 por ciento a partidos políticos como se evitará el dispendio que ejercen esos organismos con recursos cuyo origen proviene, invariablemente, de impuestos y servicios que pagamos los mexicanos, y que deberían ser aplicados en salud, educación, vías de comunicación y empleos, sino de plano modificando la Constitución para que México sea una Nación “bipartidista” o, ya forzada “tripartidista”, esto es, que en el País solo existan tres fuerzas políticas reconocidas: izquierda, derecha y centro, entendida esta última como el conjunto de partidos, políticas e ideologías que se caracterizan por considerarse, a sí mismas, intermedias en el espectro político a posiciones tanto de derecha como de izquierda, y ni uno más. El jurista, filósofo y politólogo italiano, Norberto Bobbio consideraba el binomio izquierdas y derechas como un punto de partida de una más amplia definición del mapa político actual. En su libro “Derecha e Izquierda, Razones y Significados” propuso nuevas reconceptualizaciones para la crisis histórica que ha caracterizado a la política moderna, y en su análisis incorpora las elaboraciones de los filósofos y teóricos Carl Schmitt, Martin Heidegger, Antonio Gramsci, Georges Sorel y muchos otros cuyas reflexiones han servido para fundamentar, en uno y otro campo, diferenciaciones que hoy aparecen como insuficientes para comprender los nuevos lineamientos políticos y sociales que se generan en el mundo del siglo XXI. Bobbio señalaba que frente al fracaso del “comunismo real” y de los regímenes autoritarios de derecha, “toda concepción totalizadora, según la cual, la historia tiene una meta preestablecida y definida, no tiene futuro, porque ninguna meta está establecida de antemano ni es nunca definitiva”.
SIN EMBARGO, el jurista, filósofo y politólogo italiano no cree –en sus estudios para la posteridad- que dichos autoritarismos hayan agotado los conceptos de derecha e izquierda. Él se mantiene dentro de esa conceptualización, ampliándola, otorgándole contenidos que no permiten que los extremismos identifiquen esos conceptos, y resalta el rol de los moderados en la democracia –como los del centro-, como tampoco niega otras clasificaciones -como progresismo y conservadores- sino más bien entrega al debate los principios de los cuales él parte para considerar válidas aún estas diferenciaciones y enriquecerlas. Y si bien cree en la crisis de las ideologías, sostiene que no es el fin de éstas, y por tanto señala que seguirán presentes en el debate político, pues izquierda y derecha no sólo se diferencian desde el punto de vista ideológico sino, también, pragmático. No cree factible convergencias y terceras vías de integración de esas categorías contrapuestas (como la que intentaron PAN-PRD con los resultados ya conocidos), ni tampoco otorga a los movimientos temáticos el grado de transversalidad que les permita sobrepasar las diferenciaciones tradicionales.
EN MEXICO existen, actualmente, nueve partidos políticos nacionales: Acción Nacional, Revolucionario Institucional, de la Revolución Democrática, del Trabajo, Verde Ecologista de México, Movimiento Ciudadano, Nueva Alianza, Movimiento de Regeneración Nacional y Encuentro Social, y 36 a nivel estatal, y la mayoría son institutos sin sustento y sólo mecanismos para obtener dinero fácil usando a incautos que jamás son invitados a participar como candidatos a algún cargo de elección popular, de hecho, los puestos se reparten entre una minoría que lejos de fortalecer el bien común explotan la militancia de otros para sus propios fines, y lo peor es que lo hacen con dinero que la sociedad paga al gobierno vía impuestos y servicios, sin que estos últimos se reflejen en calles pavimentadas, mayor apertura y calidad en la distribución de agua, escuelas, clínicas y otros beneficios, porque esos dineros van a parar a los bolsillos de vivales a los que el País no les importa sino seguir viviendo del presupuesto a costa de la pobreza de sus representados. Y aunque los partidos deberían ser el medio por el que los ciudadanos formen parte de las estructuras de poder público en los cargos de elección popular, esto no sucede. De acuerdo a la conformación política se dividen, en teoría, según el interés tradicional formando tres grupos: Derecha, Centro e Izquierda, existiendo en cada uno de estos apartados uno de los tres grandes partidos, aunque algunos han fluctuado entre la derecha y el centro según la etapa histórica que se viva. Por ello la importancia de que en México solo exista el Movimiento de Regeneración Nacional y todos los partidos con tendencia de izquierda sumados en torno a éste; el PAN como instituto de Derecha con los aliados identificados con su ideología, y el PRI como instituto que ha representado el centro, con quienes se identifiquen con sus preceptos, de tal manera que el gobierno deje de mantener a las llamadas “rémoras” o satélites cuyo fin único es el dinero y los beneficios personales.
BASTA SABER que en 2018, la Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos del Instituto Nacional Electoral aprobó una bolsa de 6 mil 788 millones 900 mil 023 pesos, recursos con los que contaron los partidos políticos nacionales (solo los nacionales) y candidatos independientes para desarrollar actividades ordinarias y gastos de campaña. El financiamiento público fue el más alto registrado respecto a las últimas elecciones Federales presidenciales, y sólo para tener una idea del dispendio, al PRI que se mantenía como el que más dinero público recibía, sólo para financiar sus actividades ordinarias le dieron 1 mil 094 millones 896 mil 674 pesos quedando, pese a ello, en el tercer lugar; el PAN, que pasó al segundo sitio le otorgaron 827 millones 919 mil 141; al PRD, 496 millones 199 mil 686 pesos y a Morena, de reciente creación 414 millones 914 mil 437 pesos, y con ello ganó la Presidencia de la República, y algunos destinaron ciertas sumas para ayudar a damnificados por los sismos de Septiembre del 2017, o al menos eso argumentaron, según el propio INE.
POR ELLO la importancia de que el virtual Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador envíe reformas a la Constitución para que en lo sucesivo el partido político nacional que no obtenga el 6 por ciento de la lista nominal pase a mejor vida, y de esa forma ir eliminando a quienes nada representan, que al fin y al cabo México es un País sin cultura política en donde los ciudadanos –e incluso dirigentes- no saben definir qué es izquierda, derecha o centro, y acaso la desaparición de algunos partidos no será un descalabro político para el País sino una bendición que ahorre dinero y éste sea aplicado en beneficios colectivos a la sociedad. Así de simple… OPINA carjesus30@hotmail.com
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