Han pasado cerca de diez cabildos en Veracruz y nadie se ha molestado por meter orden en las llamadas “Palapas” de Villa del Mar, mejor conocida como “Aldea africana”, en fin con el nombre que Uds. gusten, el amontonamiento, carente de sentido comercial, urbanístico o folclórico, ha sido modus vivendi de un grupo de mercenarios de la gastronomía, que conste que dije gastronomía, debiera haber dicho mugres comederos que cobran como bistrós franceses o restaurantes de lujo, sin prestar servicio alguno que se asemeje a lo que debiera ser centros gastronómicos expendedores de típica comida veracruzana especializada en pescados y mariscos.
Ignoro que mosco le picó a Marlon, pero “Haiga sido como haiga sido”, su actitud como regidor merece aplauso, ojala otras autoridades que tienen que ver con el área turística y gastronómica, pongan atención a lo denunciado por el regidor, ignoro cuantos funcionarios se han tomado la molestia de dar una revisada a la operación de esta vergüenza veracruzana, se mantiene merced a la clase de turismo que normalmente nos visita los fines de semana y días festivos, turismo inocente poco conocedor de lo que es buen servicio turístico, caen en manos de estos expendedores de comida cara y mala, mal atendidos en barracas que bajo ningún concepto justifican su existir con la arrogancia de restaurantes, menos cobrando al precio que cobran.
En una ocasión fui con mi familia a una de estas barracas, fui invitado por un licenciado que maneja los asuntos de los puestos de comida, solo con la vista del servicio ofrecido me sentí mal, ofreciéndonos un arroz a la tumbada, vi el precio y supuse que sería poco más que una caldeirada portugesa, ¡NADA! Un desagradable arroz batido, con unos camarones perdidos y una media jaiba sin carne, sin mayor recato, agradecí a mi amigo la invitación y me retiré, nunca se me ha antojado regresar.
Lo que manifiesta Marlon Ramírez respecto al imperialismo territorial de los palaperos, impone una intervención de las autoridades con carácter de urgente, la invasión de las playas con palapas de mal aspecto y mesas de “Servicio” imponen un ¡hasta aquí! cuanto antes, las playas son para que los turistas se asoleen y descansen tirados en la arena, no para recibir ofensas de los malos prestadores de servicios culinarios o renta de sillas y espacios a los turistas.
Razón tiene Marlon al denunciar la invasión de las aceras que los turistas reclaman para estacionarse, nada, los palaperos también se han apoderado de las calles y quien desea estacionarse, debe adquirir compromiso de consumir algo de lo que ofrecen los palaperos, además de pagar por el espacio.
Todo muy grave, pero lo aberrante es ver los varios restaurantes enfrente de las palapas, bien montados, elegantes, en bancarrota, el turismo cae en la trampa de bajo precio y comida folklorica. Urge detener la contaminación ambiental de las aguas residuales, arrojadas por los palaperos, que van al mar sin tratamiento. ¡AGUAS! Mayo 6 del 2018 lmwolf@prodigy.net.mx Luis Martínez Wolf |
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